LA ALAMEDA ENTRE CALLE SAN IGNACIO Y DIECIOCHO, FUE A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX UNO DE LOS SECTORES MÁS ELEGANTES DE SANTIAGO, Y CURIOSAMENTE HABÍA LOGRADO SOBREVIVIR CASI INTACTO A LOS TERREMOTOS, LA DESIDIA Y LA CRECIENTE ESPECULACIÓN INMOBILIARIA DE LAS DÉCADAS PASADAS.
TODOS ESPERÁBAMOS ANSIOSOS LA ANUNCIADA RESTAURACIÓN DEL INMUEBLE, QUE AFORTUNADAMENTE AUN CONSERVABA SUS SALONES EN BUENAS CONDICIONES. PERO LA MADRUGADA DEL 09 DE ABRIL, UN INCENDIO DESTRUYÓ PARTE IMPORTANTE DEL PALACIO IÑIGUEZ.
CONOZCAMOS UN POCO DE LA HISTORIA DE ESTE EDIFICIO Y DIFUNDAMOS ESTE ARTÍCULO FOTOGRÁFICO PARA CONTRIBUIR A RESGUARDAR LA MEMORIA HISTÓRICA DEL INMUEBLE.
Hace un tiempo nos habíamos propuesto la misión de recopilar antecedentes sobre el Palacio Iñiguez, para saldar una deuda con la historia de la emblemática esquina de Alameda con calle Dieciocho. No estábamos apurados, pues veíamos el inmueble como uno de esos edificios que aparentemente están estables dentro del desolador panorama patrimonial chileno. Desafortunadamente con tristeza vimos ayer como el fuego destruía gran parte de la mansarda y el tercer piso de la construcción; y como la ignorancia del chileno se hacía partícipe de la tragedia, vaticinando porcentajes de pérdida, posibles demoliciones y desmembramientos, de la que había sido hasta hace poco una de las últimas cuadras de la Alameda que se mantenía intacta desde inicios del siglo XX.
Hagamos un poco de historia
El solar comprendido entre la Alameda, San Ignacio, Dieciocho y Alonso de Ovalle era conocido a fines del siglo XIX como el "Patio de las carretas", pues ahi llegaban los productos de los fundos Tantehue y Popeta, propiedad de don José Miguel Iñiguez Iñiguez y su mujer doña Juana Francisca Tagle Plaza de los Reyes, como nos contó gentilmente su descendiente Berta Iñiguez.
Los muros blancos que protegían el solar, y al que se accedía por una tosca puerta de madera coronada por un cartel con el lema "Dios y Patria", comenzaron a hacerse demasiado burdos para el auge inmobiliario de la zona, que por esos días sufría grandes transformaciones de la mano del Intendente Benjamín Vicuña Mackenna y sus distinguidos colaboradores.
La Alameda de las delicias había sido elegida por don Maximiano Errázuriz Valdivieso para construir un suntuoso palacio italiano donde distribuir su escogida galería de arte, y la calle Dieciocho se convirtió gracias a la inauguración del Parque Cousiño en uno de los paseos más elegantes de nuestra capital, donde rápidamente se alzaron lujosas residencias, como los palacios de las familias Cousiño y Echaurren.
En la misma época don Eugenio Ossa y Ossa, tuvo la buena idea de construir en la esquina de Alameda con Dieciocho, un sobrio palacete neoclásico decorado con finos mosaicos florentinos (Arq. Paul Lathoud), edificio que dio carácter a la calle y que impulsó a los vecinos a mejorar sus viviendas para convertir este alejado sector en uno de los más exclusivos de la capital.
Cuando el siglo XX llegó, Santiago mostraba una fisonomía moderna con tranvías eléctricos por las calles, activo comercio y una nueva forma de construcción mucho más alta y afrancesada. El viejo solar de los Iñiguez había sido loteado, y en su lugar se estaban levantando espléndidos palacios y casas de renta, que bordeaban con sus fachadas extravagantes la Alameda, calle San Ignacio y calle Alonso de Ovalle. Dentro de los arquitectos que participaban se cuentan a don Ricardo Larraín Bravo, Alberto Cruz Montt y Eugenio Joannon, todos conocidos profesionales influenciados por las graciosas formas de la Beaux Arts parisina.
En 1908 don Eduardo Iñiguez Tagle decide ser parte también de esta tendencia, contratando a Ricardo Larraín y Alberto Cruz para construir una residencia en la esquina de Alameda con Dieciocho. Su idea seguramente fue dar una entrada triunfal a la calle, sentimiento que se transmitió a los arquitectos quienes confeccionaron los planos de un fabuloso edificio inspirado en el barroco ambiente de Luis XV, pero con todas las comodidades que ofrecía el novedoso sistema de petit hotel, donde el edificio era dividido entre una casa principal y otras secundarias en los altos, y la planta baja era usada por comercio.
Los planos de Cruz Montt y Larrain Bravo, dieron rienda suelta al eclecticismo arquitectónico, construyendo un edificio de tres niveles más mansarda, estilísticamente muy cercano al barroco pero con marcada influencia art nouveau. Sorprende la grandiosidad del conjunto, que incorpora más de 56 ventanas, decoradas profusamente, balcones bombé de fina herrería, jarrones, estucos de excelente calidad y un remate en la esquina coronado por una alta cupula, custodiada por dos esculturas. En la decoración de la cornisa aun pueden verse el monograma familiar, "E"-"I", que recuerda el nombre del que fuera su primer propietario, Eduardo Iñiguez Tagle.
En el interior se distribuyen una casa principal y otra secundaria con ingreso por la Alameda, con mejores terminaciones y calidad ornamental; y viviendas de renta con acceso por calle Dieciocho, de menor tamaño.
El palacio de la familia Iñiguez enfrenta la esquina del edificio. Nuestro equipo tuvo el privilegio de entrar en el año 2009, cuando era usado por un preuniversitario.
El ingreso se hace por una gran puerta de herreria, al que da una mampara donde aun se puede ver el monograma familiar en los vidrios biselados. Una larga escalera de mármol blanco conduce a la planta noble, en el segundo piso, abriéndose a un hall de doble altura con cubierta avitralada, en ese entonces hace mucho ya clausurada.
La sobria elegancia del interior nos sorprende, sin mayores pretenciones los muros presentan decoración a media altura, un excelente parquet con estrellas de ébano, nobles puertas talladas y ricos detalles ornamentales, como balaustres tallados para el balconaje del segundo nivel, cabezas de león de bronce para el pasamanos, un moderno ascensor enmaderado y una chimenea de madera con espejo.
A este espacio dan otros salones igualmente elegantes, que aun conserva las cenefas originales, pequeños medallones con escenas románticas, paneles decorativos de estuco, chimeneas de mármol y el parquet, que realzan gracias a la luminosidad que otorgan las grandes ventanas con balcones hacia la Alameda.
Hacia calle Dieciocho, se encuentra un salón decorado profusamente con paneles y artesonado de estuco estilo Enrique II, complementado por una chimenea de mármol blanco, se trata seguramente del antiguo comedor de la mansión. Puertas clausuradas dan paso a la antigua área de servicio, que era iluminada por el patio posterior de la vivienda en el primer piso.
El segundo nivel distribuye las salas en torno al vacío del hall, originalmente aca se encontraban los dormitorios y salas de baño. La caja de la escalera está iluminada por grandes ventanas, tiene la particularidad de continuar hacia el cuardo nivel, pues este sector de la casa tenía un pequeño altillo en la mansarda, para el servicio.
Los planos de Cruz Montt y Larrain Bravo, dieron rienda suelta al eclecticismo arquitectónico, construyendo un edificio de tres niveles más mansarda, estilísticamente muy cercano al barroco pero con marcada influencia art nouveau. Sorprende la grandiosidad del conjunto, que incorpora más de 56 ventanas, decoradas profusamente, balcones bombé de fina herrería, jarrones, estucos de excelente calidad y un remate en la esquina coronado por una alta cupula, custodiada por dos esculturas. En la decoración de la cornisa aun pueden verse el monograma familiar, "E"-"I", que recuerda el nombre del que fuera su primer propietario, Eduardo Iñiguez Tagle.
En el interior se distribuyen una casa principal y otra secundaria con ingreso por la Alameda, con mejores terminaciones y calidad ornamental; y viviendas de renta con acceso por calle Dieciocho, de menor tamaño.
El palacio Iñiguez recién construido. Fotografía en: "La Belle Epoque de Santiago sur poniente", ARC editores. Banco Santander. 2007 |
Palacio Iñiguez, 2012. Fotografía perteneciente al Archivo Brügmann. |
El palacio de la familia Iñiguez enfrenta la esquina del edificio. Nuestro equipo tuvo el privilegio de entrar en el año 2009, cuando era usado por un preuniversitario.
El ingreso se hace por una gran puerta de herreria, al que da una mampara donde aun se puede ver el monograma familiar en los vidrios biselados. Una larga escalera de mármol blanco conduce a la planta noble, en el segundo piso, abriéndose a un hall de doble altura con cubierta avitralada, en ese entonces hace mucho ya clausurada.
La sobria elegancia del interior nos sorprende, sin mayores pretenciones los muros presentan decoración a media altura, un excelente parquet con estrellas de ébano, nobles puertas talladas y ricos detalles ornamentales, como balaustres tallados para el balconaje del segundo nivel, cabezas de león de bronce para el pasamanos, un moderno ascensor enmaderado y una chimenea de madera con espejo.
A este espacio dan otros salones igualmente elegantes, que aun conserva las cenefas originales, pequeños medallones con escenas románticas, paneles decorativos de estuco, chimeneas de mármol y el parquet, que realzan gracias a la luminosidad que otorgan las grandes ventanas con balcones hacia la Alameda.
Hacia calle Dieciocho, se encuentra un salón decorado profusamente con paneles y artesonado de estuco estilo Enrique II, complementado por una chimenea de mármol blanco, se trata seguramente del antiguo comedor de la mansión. Puertas clausuradas dan paso a la antigua área de servicio, que era iluminada por el patio posterior de la vivienda en el primer piso.
El segundo nivel distribuye las salas en torno al vacío del hall, originalmente aca se encontraban los dormitorios y salas de baño. La caja de la escalera está iluminada por grandes ventanas, tiene la particularidad de continuar hacia el cuardo nivel, pues este sector de la casa tenía un pequeño altillo en la mansarda, para el servicio.
Palacio Iñiguez, 2012.- Planta noble del palacio Iñiguez, reconstrucción hipotética de los autores. Prohibido su uso, 2012. Fotografía perteneciente al Archivo Brügmann. |
La escalera principal es distintiva dentro de la decoración del palacio, incorpora mármol, maderas y elementos de bronce artísticamente trabajados. Fotografía perteneciente al Archivo Brügmann. 2009. |
El elaborado trabajo de yesería que presenta el antiguo comedor lo convierte en uno de los espacios de maor interés dentro del inmueble. Fotografía perteneciente al Archivo Brügmann., 2009. |
El edificio cuenta como dijimos anteriormente con una vivienda secundaria, que generalmente era destinada a algún hijo casado o familiares, compartiendo una decoración y calidad en terminaciones muy similar a la casa principal, pero de menores dimensiones.
A esta casa se accede también por la Alameda, a través de una escalinata de mármol que conduce al piso noble. Desemboca en un pequeño hall de doble altura, con claraboya que tiene vidrios de colores. Hacia el norte hay dos grandes salones unidos por un arco, decorados a media altura y con chimenea de mármol. Hacia el sur se desarrollan otros salones de menores dimensiones, mientras que una galería distribuye las dependencias de servicios y otras salitas. En el segundo nivel se encontraban seguramente los dormitorios.
Las otras viviendas eran de renta, presentando una decoración mucho más sencilla y menor tamaño. El conjunto mantiene gran unidad estilística y da carácter a la calle Dieciocho.
A esta casa se accede también por la Alameda, a través de una escalinata de mármol que conduce al piso noble. Desemboca en un pequeño hall de doble altura, con claraboya que tiene vidrios de colores. Hacia el norte hay dos grandes salones unidos por un arco, decorados a media altura y con chimenea de mármol. Hacia el sur se desarrollan otros salones de menores dimensiones, mientras que una galería distribuye las dependencias de servicios y otras salitas. En el segundo nivel se encontraban seguramente los dormitorios.
Las otras viviendas eran de renta, presentando una decoración mucho más sencilla y menor tamaño. El conjunto mantiene gran unidad estilística y da carácter a la calle Dieciocho.
Aspecto de la casa secundaria, la claraboya y el hall. Fotografía perteneciente al Archivo Brügmann., 2009. |
Vistas de la vivienda secundaria, las grandes ventanas de los salones y la escalera principal que conduce al segundo nivel. Fotografía perteneciente al Archivo Brügmann. 2009. |
En los bajos del palacio se establecieron concurridos locales comerciales, un teatro, un emporio y la famosa Confitería Torres. Este espacio había nacido en 1879 cuando un respetado cocinero -José Domingo Torres- decidió establecer una confitería en la esquina de Ahumada y Huérfanos, aprovechando la fama que tenian sus delicias chilenas. Prontamente el negocio prosperó y cuando se inauguró el edificio Iñiguez, Torres adquirió un espacioso lugar en el primer nivel, el mismo que ocupa hoy. En este lugar se dieron cita escritores, cantantes, poetas y lo más selecto de la sociedad de los años 20, también presidentes como Federico Errazuriz Zañartu, Ramón Barros Luco, Pedro Montt y Emiliano Figueroa, quien presidió los festejos en honor al cuerpo diplomático que se realizaron en la confitería Torres en honor al Centenario Chileno de 1910. En este lugar nació también el mítico "cola de mono", un licor creado a base de leche, azúcar y café.
La Confitería Torres estuvo a punto de desaparecer hace algunos años, la baja rentabilidad y el escaso público parecían haberla condenado a la extinción, así como tantos otros café de moda en el siglo XIX. Afortunadamente sus actual propietario - Claudio Soto- dio nueva vida al café, amplió su oferta gastronómica e inauguró nuevos locales por Santiago, contribuyendo a recuperar la memoria histórica del lugar.
El incendio
El día 09 de abril de 2013, a las 6:30 AM se decretó la alarma en el centro de Santiago porque la mansarda del edificio Iñiguez comenzó a arder en llamas. El fuego consumió gran parte de la mansarda, destruyendo además el tercer nivel, y no sabemos hasta qué punto se vio afectado el piso noble de la mansión. Lamentablemente el fuego parece haberse propagado mayoritariamente en la vivienda principal del inmueble, la de mayores proporciones y de mejor calidad decorativa.
Con conmoción los ciudadanos vieron caer la distintiva cúpula, dejando a merced de las llamas esa peculiar ventana resguardada por dos esculturas, que parecía sucumbir ante los violentos sucesos. Nuevamente entonces la poca conciencia del chileno y ese afan de eliminar el pasado, mezclado con ignorancia, auguraba la demolición primero de todo el inmueble y luego de todo lo que se había salvado. No faltaron los que que pedían eliminar la ventana con esculturas, mientras los poco juiciosos periodistas hablaban ya de estadísticas infundadas sobre el nivel de daño y el futuro de la construcción.
En un panorama patrimonial adverso, no basta con que las autoridades lleguen luego al lugar y entre los medios de comunicación, acusen su preocupación por los inmuebles patrimoniales, tampoco hablar de lo que se pidió a los propietarios ni anunciar nuevas medidas, lo único que puede salvar a nuestro patrimonio son reales protocolos de seguridad, de mantenimiento y de conservación.
Nuestro equipo llegó temprano al lugar, observando con gran pena cómo una de las pocas manzanas en la Alameda que se habían mantenido intacta desde el 1900, tambaleaba por la destrucción de parte importante de uno de sus principales exponentes. Aun no nos recuperábamos de la tragedia patrimonial que significó el incendio de la Iglesia de las hermanas de la Providencia en el año 2011, (para saber más: http://brugmannrestauradores.blogspot.fr/2011/01/la-iglesia-de-las-hermanas-de-la.html) y no podíamos creer que en tan poco tiempo otra vez ese sentimiento de incertidumbre embargara a todos los amantes del patrimonio.
El agua aun corría por la calle Dieciocho, mientras miles de curiosos miraban sorprendidos la labor de bomberos, quienes registraban e inspeccionaban el edificio aun. No pocos entendimos el verdadero significado de esta pérdida histórica, vimos en las redes sociales mucho más que en diarios o la televisión, comentarios muy acertados sobre la tragedia patrimonial que este incendio significaba y las posibles causas de origen. Lamentablemente debemos aceptar que estos sucesos trágicos ponen nuevamente en el tapete el tema patrimonial, y si no fuera por esto, las desventuras de nuestros edificios históricos pasarían totalmente desapercibidas para gran parte de la ciudadanía.
Sabemos que un incendio afecta la estructura de un edificio y sobretodo la riqueza estética del interior, pero también como conservadores y restauradores, estamos conscientes de las reales posibilidades que tiene un inmueble de esas características y calidad. La restauración respetuosa de un edificio pasa por el poco amable factor económico, pero mucho más por la real capacidad que tienen los profesionales para poder crear un proyecto completamente respetuoso y a la altura de las circunstancias.
El palacio Iñiguez estaba a la espera de la aprobación por parte del Consejo de Monumentos Nacionales de uno de los proyectos presentados para la restauración por parte de sus nuevos propietarios, el Duoc UC. Paradójicamente el destino tenía preparado un trágico contratiempo para la recuperación del inmueble.
El Duoc UC ha venido haciendo un gran labor recuperando inmuebles patrimoniales, (el palacio Eguiguren, el edificio Cousiño de Valparaíso, las casas de calle Alonso de Ovalle, entre otras), y esperamos que la pronta restauración del palacio Iñiguez contemple no sólo un proyecto de arquitectura que rehabilite para su nuevo uso al inmueble o remoze la fachada, sino que restaure-conserve de forma respetuosa el interior, aprovechando la historia, la calidad arquitectónica y la rica decoración que aun sobrevive en los recintos del palacio, como mudo vestigio de una etapa de nuestra historia donde el arte y la arquitectura, era parte importante para todos los ciudadanos.
Esperamos no volver a hacer un artículo de estas características durante un buen tiempo y que el palacio Iñiguez vuelva a recuperar su antiguo esplendor...
Mario Rojas Torrejón
Fernando Imas Brügmann
La Confitería Torres estuvo a punto de desaparecer hace algunos años, la baja rentabilidad y el escaso público parecían haberla condenado a la extinción, así como tantos otros café de moda en el siglo XIX. Afortunadamente sus actual propietario - Claudio Soto- dio nueva vida al café, amplió su oferta gastronómica e inauguró nuevos locales por Santiago, contribuyendo a recuperar la memoria histórica del lugar.
Aspecto de la popular Confitería Torres, un vestigio del activo comercio y bohemia de principios del siglo XX. Fuente: La Tercera. |
El incendio
El día 09 de abril de 2013, a las 6:30 AM se decretó la alarma en el centro de Santiago porque la mansarda del edificio Iñiguez comenzó a arder en llamas. El fuego consumió gran parte de la mansarda, destruyendo además el tercer nivel, y no sabemos hasta qué punto se vio afectado el piso noble de la mansión. Lamentablemente el fuego parece haberse propagado mayoritariamente en la vivienda principal del inmueble, la de mayores proporciones y de mejor calidad decorativa.
Con conmoción los ciudadanos vieron caer la distintiva cúpula, dejando a merced de las llamas esa peculiar ventana resguardada por dos esculturas, que parecía sucumbir ante los violentos sucesos. Nuevamente entonces la poca conciencia del chileno y ese afan de eliminar el pasado, mezclado con ignorancia, auguraba la demolición primero de todo el inmueble y luego de todo lo que se había salvado. No faltaron los que que pedían eliminar la ventana con esculturas, mientras los poco juiciosos periodistas hablaban ya de estadísticas infundadas sobre el nivel de daño y el futuro de la construcción.
En un panorama patrimonial adverso, no basta con que las autoridades lleguen luego al lugar y entre los medios de comunicación, acusen su preocupación por los inmuebles patrimoniales, tampoco hablar de lo que se pidió a los propietarios ni anunciar nuevas medidas, lo único que puede salvar a nuestro patrimonio son reales protocolos de seguridad, de mantenimiento y de conservación.
Fuente: www.puranoticia.cl |
Fuente: Emol |
Fuente: La Tercera |
Nuestro equipo llegó temprano al lugar, observando con gran pena cómo una de las pocas manzanas en la Alameda que se habían mantenido intacta desde el 1900, tambaleaba por la destrucción de parte importante de uno de sus principales exponentes. Aun no nos recuperábamos de la tragedia patrimonial que significó el incendio de la Iglesia de las hermanas de la Providencia en el año 2011, (para saber más: http://brugmannrestauradores.blogspot.fr/2011/01/la-iglesia-de-las-hermanas-de-la.html) y no podíamos creer que en tan poco tiempo otra vez ese sentimiento de incertidumbre embargara a todos los amantes del patrimonio.
El agua aun corría por la calle Dieciocho, mientras miles de curiosos miraban sorprendidos la labor de bomberos, quienes registraban e inspeccionaban el edificio aun. No pocos entendimos el verdadero significado de esta pérdida histórica, vimos en las redes sociales mucho más que en diarios o la televisión, comentarios muy acertados sobre la tragedia patrimonial que este incendio significaba y las posibles causas de origen. Lamentablemente debemos aceptar que estos sucesos trágicos ponen nuevamente en el tapete el tema patrimonial, y si no fuera por esto, las desventuras de nuestros edificios históricos pasarían totalmente desapercibidas para gran parte de la ciudadanía.
Sabemos que un incendio afecta la estructura de un edificio y sobretodo la riqueza estética del interior, pero también como conservadores y restauradores, estamos conscientes de las reales posibilidades que tiene un inmueble de esas características y calidad. La restauración respetuosa de un edificio pasa por el poco amable factor económico, pero mucho más por la real capacidad que tienen los profesionales para poder crear un proyecto completamente respetuoso y a la altura de las circunstancias.
Fotografía perteneciente al Archivo Brügmann. 2013. |
Fotografía perteneciente al Archivo Brügmann.2013. |
Fotografía perteneciente al Archivo Brügmann. 2013. |
Fotografía perteneciente al Archivo Brügmann. 2013. |
Fotografía perteneciente al Archivo Brügmann. 2013. |
El palacio Iñiguez estaba a la espera de la aprobación por parte del Consejo de Monumentos Nacionales de uno de los proyectos presentados para la restauración por parte de sus nuevos propietarios, el Duoc UC. Paradójicamente el destino tenía preparado un trágico contratiempo para la recuperación del inmueble.
El Duoc UC ha venido haciendo un gran labor recuperando inmuebles patrimoniales, (el palacio Eguiguren, el edificio Cousiño de Valparaíso, las casas de calle Alonso de Ovalle, entre otras), y esperamos que la pronta restauración del palacio Iñiguez contemple no sólo un proyecto de arquitectura que rehabilite para su nuevo uso al inmueble o remoze la fachada, sino que restaure-conserve de forma respetuosa el interior, aprovechando la historia, la calidad arquitectónica y la rica decoración que aun sobrevive en los recintos del palacio, como mudo vestigio de una etapa de nuestra historia donde el arte y la arquitectura, era parte importante para todos los ciudadanos.
Esperamos no volver a hacer un artículo de estas características durante un buen tiempo y que el palacio Iñiguez vuelva a recuperar su antiguo esplendor...
Mario Rojas Torrejón
Fernando Imas Brügmann
"Palacio Iñiguez", tinta sobre papel. Mario Rojas Torrejón, 2010. Se prohibe su reproducción. Fotografía perteneciente al Archivo Brügmann. |
4 comentarios:
Excelente trabajo. Gracias a Dios lo construyeron con cortafuegos.
Que alegría saber que tenían tanta información del palacio tanto de su arquitectura como de su historia. Servirá cuando la restauren definitivamente.
Es cierto, un buen trabajo, a pesar de algunas imprecisiones en fechas de las fotos de interiores, tomadas todas antes del terremoto de 2010. Hasta esa fecha, tanto la casa mencionada como secundaria cuya fachada enfrenta la Alameda, sobre el Restaurant Torres (desde 1987 a 2012), y la principal de la esquina (desde 1991 a 2009), fueron sede del Preuniversitario FECH. Institución cuya preocupación por la conservación tanto de la fachada como de la belleza interior, queda particularmente representada en las fotos que se presentan en el artículo.
Ahora, luego del incendio, sigue una odisea semejante a la del 2000, cuando pintamos la fachada, y a la del 2005 cuando restauramos los balcones y pintamos nuevamente y por supuesto, la incomparable experiencia de las reparaciones posteriores al terremoto, realizadas solo en el edificio que alberga actualmente el Restaurant Torres y sus pisos superiores.
Ojalá las instituciones y personas que se declaran interesados en la conservación del patrimonio, esta vez dejen actuar con la premura que corresponde a quienes sufrimos daños colaterales no menores, considerando la real dimensión del trabajo que hay que realizar con urgencia.
En uno de los Diccionarios Biográficos disponibles en la Bib. Nacional (no recuerdo autor ni año de edición) figura un sr.....Castañeda Avila ,como fundador y propietario del Café Torres, c. 1907 . Pero no alude para nada al origen del nombre, por lo que pienso podría no ser entreramente confiable, respecto a la verdadera fecha de su fundación. Saludos.
Publicar un comentario