NUESTRA CAPITAL GUARDA ENTRE SUS CALLES UN TESORO ARTÍSTICO ANDALUSÍ, REMANENTE LUJOSO DEL SIGLO XIX CHILENO, QUE SOBREVIVIÓ MILAGROSAMENTE A LA DEPREDACIÓN MODERNA DE LAS DÉCADAS PASADAS.
LOS PATIOS Y SALONES CONSERVAN AUN LA FINA YESERÍA QUE REPITE LOS MÁS CARACTERÍSTICOS MOTIVOS DE LA ALHAMBRA, Y LOS MUROS PRESENTAN DECORADAS PINTURAS QUE SIGUEN MARAVILLANDO HOY DE LA MISMA FORMA QUE SORPRENDIERON A LOS SANTIAGUINOS CON SU CONSTRUCCIÓN HACE MÁS DE 150 AÑOS. ASÍ COMO LA FORTALEZA DE GRANADA OCULTA EN SU INTERIOR HISTORIAS DE SUFRIMIENTO Y ALEGRÍA, NUESTRA PEQUEÑA ALHAMBRA FUE ESCENARIO DE LAS MÁS BRILLANTES RECEPCIONES SOCIALES, PERO TAMBIÉN DE ALGUNOS DE LOS EPISODIOS MÁS TRISTES Y CONFLICTIVOS DE LA HISTORIA NACIONAL. POR SI FUERA POCO, EL INMUEBLE HA SERVIDO DURANTE MÁS DE MEDIO SIGLO A LA SOCIEDAD NACIONAL DE BELLAS ARTES, Y HOY ESPERA UNA MERECIDA RESTAURACIÓN.
¿QUIERES CONOCER LA HISTORIA DE LA ALHAMBRA DE SANTIAGO?
Caminar por la calle de la Compañía de Jesús, en pleno centro de Santiago de Chile, es una lección de historia que se nos presenta gratuita entre el ruidoso andar de los buses. Tan sólo basta con recorrer unas pocas cuadras para percibir que la variada arquitectura del lugar –con exponentes de edificios coloniales, republicanos y modernistas- evidencia como ningún documento, las transformaciones de una ciudad que se apronta a cumplir más de 470 años. No es menor entonces que la calle esté viviendo un proceso de renovación potente, pues las autoridades comprendieron que si no frenaban la triste decadencia de los inmuebles y monumentos, se perdería para siempre uno de los sectores más tradicionales de la capital.
La calle Compañía por su cercanía a la plaza de Armas fue desde época colonial una vía importante, que debe el origen de su nombre a la iglesia jesuita que tristemente se recuerda por el voraz incendio que la consumió con 2000 fieles en su interior. En ella se construyeron algunos de los mejores solares de la aristocracia, y en los inicios de la república se convirtió en un foco institucional donde se ubicó la antigua biblioteca, el parlamento y los tribunales viejos.
Pero no nos dejemos engañar por esa aparente
prestancia, porque hace no más de 150
años esta arteria seguía conservando un aspecto modesto, con casas bajas de un
piso, pestilentes acequias y charcos de lodo que dificultaban el caminar de los
vecinos, quienes dejan constancia de sus molestias: “Calle de la compañía.-… está tan desacreditada por los cocheros, que
ninguno quiere conducir por ella pasajeros. Está llena de hoyos, especialmente
de la calle del Peumo (Amunátegui) para abajo… Ojalá que la autoridad
respectiva tome algunas medidas a este respecto”. Diario El Ferrocarril,
jueves 26 de abril 1862.
Mucho contradecía este desolador panorama a las
aspiraciones de vida de algunas pocas familias de nuestra capital, que tras un
golpe de riqueza inusitado habían olvidado esas antiguas costumbres coloniales
y se precipitaron a adoptar las refinadas maneras de la alta burguesía europea.
Para su regocijo, el arquitecto Francois Brunet des Baines les cayó del cielo y
adaptó a la realidad nacional un modelo de mansión neoclásica elegante que se
constituyó como un referente urbano-social, cambiando rápidamente la fisonomía
de Santiago.
Portada de "El arte en España- La Alhambra" (1) |
Sin embargo, no todos colmaron sus sueños con la
sobriedad del neoclásico, pues el estilo carecía de esas figuras exóticas que
llenaban las mentes de los hijos del romanticismo, maravillados con los nuevos
descubrimientos en el Egipto faraónico, la monumentalidad del imperio persa, el
misticismo de la India o la delicadeza de la China imperial. Es que el siglo
XIX es una época de apertura, donde el comercio se intensifica y los imperios
europeos se establecen en sitios desconocidos, abriéndose a nuevas culturas y
formas de vida, que condicionarán el sentir de una sociedad occidental cada vez
más sedienta por adquirir un trozo de ese exotismo mundial.
Son los europeos y en menor medida los americanos
–quienes aun no valoran su tradición precolombina- quienes sienten una
irresistible atracción por el desconocido mundo árabe, siendo los viejos
califatos, reinos y sultanatos de África y medio oriente, el destino
privilegiado para artistas y aventureros. Quizás este motivo desencadena la
euforia que produjo el redescubrimiento de la fortaleza de La Alhambra en
España, un oasis de orientalismo inmerso en pleno occidente, que se había
conservado casi intacto como una trinchera de la antigua tradición estética
andalusí. Fugazmente se transforma en todo un paradigma mundial para artistas,
escritores, músicos, viajeros e intelectuales, quienes ven en su exótica
presencia el pretexto para dar rienda suelta a sus más descollantes desvaríos
imaginativos. Los arquitectos no son la
excepción, y ofrecen en sus construcciones la estética de salas completamente
inspiradas en La Alhambra; novedad que se vuelve una moda que invade América y
Europa. Ejemplo de esto fue la creación
en 1854 de una adaptación del patio de los leones en el Crystal Palace de
Londres, el Hall árabe del palacio de los
Duques de Anglada y el salón árabe del palacio del Marqués de Salamanca en la
Quinta de Vista Alegre (ambos en Madrid), o el palacio de La Bolsa de Oporto en Portugal.
Grabado de "La Alhambra" del Crystal palace of London, destruida tras el incendio de la estructura en 1936 - Aspecto del hall árabe del palacio de los duques de Anglada en Madrid, demolido en la década de 1970. Fotografía en www.abc.es |
No es extraño entonces que un chileno quisiera
llevar más allá de lo imaginable su amor por el exotismo andalusí, y pensara en
recrear en plena calle Compañía, entre toscas casas de adobe, un verdadero
palacio inspirado en La Alhambra.
Francisco Ossa Mercado había nacido en el apartado
Chile de las postrimerías de la colonia, en un respetado hogar de destacados
antepasados. La apertura al mundo que significó la independencia parece haber
marcado los gustos del señor Ossa, quien desde muy joven se ve atraído por
emprender novedosas empresas. En 1824 funda la Viña La Rosa, la más antigua del
país; y en 1832 se convierte en uno de los propietarios de la riquísima mina de
plata de Chañarcillo, cuyos caudales de dinero permitió que comprara la extensa
Hacienda Calleuque, que modernizó y convirtió en una de las más productivas de
Chile.
Se casó con María
del Carmen Cerda Almeyda, y tuvo once hijos, trasladándose a Copiapó donde
ejerció como Alcalde y Teniente de Aduana. Más tarde regresó a la capital para
desempeñar el cargo de senador, alcanzando una buena posición política que le
permitió convertirse en candidato presidencial en 1856, elecciones que perdió
ante Manuel Montt.
Sin desanimarse continuó actuando como senador, deber
que conjugó con una intensa labor filantrópica, haciéndose cargo de la
administración del Hospicio de Santiago y la protección económica del Hospital
San Juan de Dios.
Manuel Aldunate Avaria (1815-1904), ver (2) |
En 1860 Manuel Aldunate Avaria había recibido el
título de arquitecto e ingeniero en el primer curso de arquitectura del
Instituto Nacional e iba a perfeccionarse a Francia becado por el gobierno.
Aprovechando este viaje, el señor Ossa contrata los servicios de Aldunate y lo
insta a visitar Granada con el compromiso de que a su regreso trajera una
propuesta para una residencia de estilo andalusí. A fines de 1861 el arquitecto
vuelve a Chile, y presenta los planos a Ossa, quien sin mediar gastos, optó por
un ambicioso proyecto que pretendía recrear lo más fidedignamente posible el
palaciego ambiente de la célebre fortaleza de La Alhambra. “El
palacio de Granada ha sido copiado en miniatura i levantado en Santiago,
adaptándose su construcción a las comodidades de la familia, i al clima i
costumbres de Chile”. Diario El Ferrocarril 18 julio 1877.
En 1862
se dan inicio a las obras, año que queda constatado en un casquete que decora
las ventanas hacia calle Compañía. El arquitecto supervisó los minuciosos
detalles que decorarían pórticos, peristilos, patios, corredores, bóvedas y
zaguanes, tomando el diseño de los más hermosos recintos de la Alhambra, y
conjugándolos de tal modo que a pesar de esa ornamentación recargada, el
visitante logra sentir cierta sensación de comodidad y ligereza, al evocar en
su distribución la de las cotidianas viviendas coloniales, con sus verdes
patios y sombríos corredores.
La estructura
del inmueble es principalmente albañilería de ladrillo con mortero de cal, sobre
un terreno de 1700 m2 ,
de los cuales 1170 m2
están construidos. El edificio se organiza en torno a tres patios, teniendo la particularidad de que sólo la fachada hacia
calle Compañía presenta dos niveles.
Planta de La Alhambra, Imas & Rojas, 2013 |
Las obras en el edificio se extendieron durante los
dos años siguientes. El entusiasmo del señor Ossa se incrementaba al ver cada
pórtico levantarse y pensando en la inauguración de su palacio encargó una
despampanante vajilla de plata vermeil a la célebre firma de orfebres Odiot de
Paris, la misma que suministraba artículos de lujo a la grandes casas reales
europeas.
Hacia 1864 se había gastado la exorbitante cifra de
$200.000 pesos en la construcción, suma que desafortunadamente no pudo comprar
longevidad para el viejo Nazarí criollo, quien moría en octubre de ese mismo
año sin poder ver su querida Alhambra completamente finalizada. “Hoy a las dos i media de la tarde ha
fallecido de pulmonía, a la edad de 73
años, el filántropo por excelencia D. Francisco Ignacio de Ossa, uno de los
capitalistas más opulentos de esta capital, senador propietario de la República
i Ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago en la Sala de Minería. A
pocos sujetos deben tantos beneficios como al Sr. Ossa los establecimientos de
Santiago, principalmente el Hospicio del que era administrador. Su caridad era
tan acendrada que ha merecido llamarse con justicia el padre de los pobres… Su
muerte es un luto para toda la capital, que veneraba altamente a ese virtuoso
anciano, i una verdadera calamidad para los pobres, que le lloran sin consuelo”.
El Mercurio de Valparaíso, 11
octubre de 1864.
El cuerpo fue trasladado a la Catedral, desde donde
salió un cortejo fúnebre al día siguiente rumbo a la Iglesia de la Recoleta
Franciscana, junto a una gran comitiva pública compuesta por familiares,
amigos, los más altos representantes del gobierno, la iglesia y numerosos
ciudadanos que quisieron acompañarlo. Sus restos descansan hoy en el Cementerio
General de Santiago.
Tras la muerte de Ossa los trabajos en la pequeña
Alhambra parecen haber continuado tan sólo por un breve período, quedando la
mayoría de sus terminaciones ornamentales inconclusas. Aun así, el espectáculo
que otorgaba su silueta de fortaleza encantada lo convirtió en todo un hito
dentro del paisaje urbano capitalino, comentario obligado en la mayoría de las
publicaciones de la época: “entre las
casas que más llaman la atención podríamos citar la perteneciente a la sucesión
de Francisco Ignacio Ossa, situada en la calle de la Compañía… Toda su fachada
exterior, lo mismo que sus patios, salones i el magnífico jardín que adorna el
segundo departamento, está decorado con multitud de columnatas terminadas por
hermosos capiteles, i completamente cubierto de arabescos de la más costosa i
difícil ejecución, pero también del más pintoresco aspecto”, publicará Recaredo Tornero en su guía Chile
Ilustrado.
El aspecto colonial de la calle Compañía rompió su monotonía con la aparición del arabesco aspecto de La Alhambra. Fotografía Biblioteca Nacional de Chile.- El segundo patio del palacio Alhambra en la década de 1860, con un pequeño jardín y los muros decorados a media altura. Fotografía perteneciente a la colección de Ilonka Csillag. |
La fachada del palacio Alhambra es en extremo rica en detalles ornamentales, destacando en su centro el arco de herradura del portal y la loggia del segundo nivel que recuerda a la del mirador del Patio de Los Leones de Granada. En las imágenes podemos apreciar distintos aspectos de la yesería que decora el inmueble. Fotografía de los autores, 2013. |
En la fachada es posible apreciar detalles curiosos como una heráldica con la fecha 1862, presumiblemente el año en que se iniciaron las obras del inmueble. También una enorme cantidad de motivos cúficos, con pasajes que recuerdan el corán, siendo uno de los más populares este breve poema - popular en las salas de la Alhambra de Granada- que dice "Sólo Dios es vencedor". Fotografía de los autores, 2013. |
En 1871 Carmen Cerda viuda de Ossa se adjudica por
herencia la propiedad de la calle Compañía, concretando su venta en $70.000
pesos en enero de 1872 a don Claudio Vicuña Guerrero, quien emprende la ardua
tarea de dar término al palacio.
Este señor era un reconocido miembro de la sociedad
santiaguina, famoso por su extravagancia y por ser el propietario de ricas
posesiones agrícolas, entre ellas la próspera hacienda Bucalemu. Su figura se
paseaba por toda la ciudad en perfecta sintonía con sus refinados modales,
llenos de despreciativos ademanes, que más de una burla le otorgó en las
caricaturas de las publicaciones semanales, sobre todo por ser uno de los más
conocidos representantes del partido Liberal.
Claudio Vicuña Guerrero (1833-1907) |
El señor Vicuña piensa inmediatamente en el
arquitecto Aldunate para culminar la ornamentación de La Alhambra, pero el
profesional está muy ocupado haciéndose cargo de la cátedra de arquitectura de
la Universidad de Chile, y emprendiendo nuevas obras como la terminación del
Congreso Nacional, los trabajos en el Cerro Santa Lucía y la construcción de
otro palacio, el del capitalista José Tomás Urmeneta.
¿Qué hacer entonces?, Vicuña no está dispuesto a
seguir perdiendo tiempo y como todo amante de los desafíos, monta en los patios
del edificio toda una fábrica artística, donde reúne a los mejores artesanos,
yeseros, pintores, marmolistas, dibujantes y ebanistas del país, quienes se
encargarán de finalizar su anhelado palacete.
El edificio fue estucado de color amarillo puebla,
-en un intento por asemejar las tonalidades de la fortaleza de Granada-, y los
relieves fueron pintados de azul oscuro, verde y lacre, combinando
perfectamente con los zócalos cubiertos de finos azulejos. Las puertas de nogal
eran todas talladas, con vidrios de colores. Para las columnas se eligió el
mármol, mismo material que cubre el piso de la galería exterior, elevada sobre
un zócalo de piedra caliza con una delicada reja de fina forja. Los salones
fueron enriquecidos con boiseries de fina talla realizados por el artista
Guillet; en la decoración de muros participaron los pintores Morel, Viché,
Dupré y el chileno José Miguel Basulto. También Ernesto Kirbach y Carllo
Bestetti, los mismos que decoraban en ese entonces el Teatro Municipal de
Santiago. Ningún detalle fue dejado al
azar, el palacio se convirtió en una
verdadera obra artística en Santiago, decorado lujosamente desde cornisas a
zócalos por un sinfín de hermosas evocaciones a la lejana Alhambra. Hacia 1877,
a un costo de $200.000 pesos, los trabajos en el inmueble estaban casi
finalizados.
Zaguán de La Alhambra, calle Compañía nº1340 |
Ingresar a La Alhambra ese año, era una experiencia
totalmente deslumbrante. El zaguán había sido pensando para impresionar, sus
muros amarillos contrastaban con el cielo estucado en color blanco, decorado
profusamente con frisos y mocárabes que forman un saliente del que pendía una
lámpara de quince luces al más puro estilo arábigo. Ambos costados tenían
puertas y ventanas que desembocaban en espaciosas salas de recibo, donde los
arcos apuntados, chimeneas de mármol, cielos artesonados y muros primorosamente
pintados preparaban los ojos del visitante a las mil maravillas que observaría
a medida que penetrara en el palacio.
Tras un arco de herradura sustentado por delgadas
columnas de mármol, y atravesando una hermosa reja dorada se llegaba al primer
patio, denominado “de los leones”, pues se habían dispuesto doce leones de
mármol blanco junto al zócalo, los mismo que posteriormente irían quizás, a
formar parte de la mítica fuente de los leones del patio posterior, inspirada
en la original de Granada. Dos esculturas con faroles -las musas de la ciencia
y la hechicería- iluminaban el patio, y dejaban espacio para subir las gradas
hacia un corredor elevado sobre un zócalo de piedra rosa, protegido por fina
herrería y jarrones de metal. Los muros estaban pintados a media altura con
motivos geométricos de La Alhambra y diferentes puertas daban paso a
dependencias y salitas menores.
Hacia el sur se alzaba un gran peristilo con tres
arcos de herradura, que reproduce finamente la yesería cúfica (caligrafía) y
ataurique (motivos vegetales) del viejo corredor del patio de los leones de
Granada. Tras ese peristilo se ubicaba el salón de verano, llamado también “de
los abencerrajes” en alusión a la vieja estancia de la Alhambra, donde el sultán
Boabdill ejecutó a más de 20 caballeros derramando su sangre en una fuente de
mármol. La sala chilena no ostentaba aun viejas leyendas, pero sí lucía tan
suntuosa como su homóloga española, con una pila de mármol en el centro,
coloridos mosaicos de porcelana en
pavimentos y muros; espejos dorados, y una infinidad de estucos moriscos que se
elevaban hasta alcanzar una claraboya octogonal cuya luz invadía el espacio
todo el año. La yesería era obra de M. Clement, y para complementar el ya
espectacular espacio, el señor Vicuña había encargado una fina araña de bronce
a Europa, desde donde colgaban pendones de seda amarilla y roja. Dos jarrones
de bronce cincelado con pedestal de mayólica, jardineras, sahumadores dorados y
pequeños confidentes con cojines de seda eran parte del mobiliario. Llamaban la
atención cuatro grandes sofás de cuero de córdoba color lacre y amarillo con
relieves moros, no sólo por su porte, sino por haber sido encargados por Vicuña
al ministro Marcó del Pont residente en Paris, para que mediante concurso se
realizaran a medida por alguna célebre casa francesa. “Concluido el trabajo fueron exhibidos en una
exposición de bellas artes de aquella ciudad i fueron admirados por los
parisienses quienes no sabían que ponderar mas si lo acabado del trabajo o el
esplendor i opulencia de su dueño cuando supieron que venía para a chile a 4000
leguas de la ciudad del Sena”. Diario El Ferrocarril, 18 julio 1877.
Las rejas del zaguán del palacio Alhambra desembocan en el primer patio, donde destaca la figura del peristilo y la cúpula del salón de verano. Fotografía gentileza. de Jade Cea Nachar. 2- Vista del Primer patio de La Alhambra, decorado inicialmente con pinturas a media altura, que realzaban el ya impresionante aspecto arabesco del espacio, realzado además por el corredor del segundo nivel, que recuerda a los del Mirador del patio de los leones de la Alhambra Granadina. Fotografía de los autores, 2012. |
El Peristilo de La Alhambra es uno de los espacios más representativos del inmueble, los muros tienen gran cantidad de yesería cúfica, arcos de herradura, mocárabes y antiguamente estaban pintados a media altura con motivos geométricos inspirados en las salas de la Alhambra. Fotografía de los autores, 2012. |
La Sala de Verano fue conocida curiosamente como "de los abencerrajes", la pila de mármol que se encuentra en el primer patio alguna vez decoró este salón, que asombra por el cuidado ornamental que incluye azulejos, estucos de vivos colores, cielos pintados, espejos dorados empotrados y una gran cúpula. Fotografías de los autores, 2012. |
Hacia el poniente se ubicaban dos salones de recibo:
uno tapizado en celeste y otro amarillo. Al
oriente, la suntuosa sala azul, tapizada en brocato de ese color, cuyo
artesonado dorado hacía resplandecer a la luz de las numerosas arañas, las
cenefas celestes y el lujoso mobiliario, dispuesto sobre una enorme alfombra de
Aubusson encargada a Paris.
Al segundo patio se accedía por un saliente
semicircular sostenido por columnas de mármol, arcos de herraduras y otros
apuntados, cuyos mocárabes recuerdan a los del Mirador de Daraxa en el palacio
de Granada. Los muros estaban decorados con paneles pintados con las
características formas geométricas árabes, y abundante yesería de motivos
vegetales.
Árboles y pequeños senderos con cerámica multicolor
dejaban ingresar a los diversos departamentos y salitas, que tenían como telón
de fondo hacia el norte, la decorada estructura de la cúpula, con dos pequeñas
torrecillas que acrecentaba el ambiente arabesco de este patio. Al oriente se
ubicaba un salón de forma rectangular
con esquinas ochavadas, utilizado como gran Comedor y decorado lujosamente, con
finos paneles tallados a media altura,
muros completamente pintados de vivos colores y un cielo artesonado que
dejaba espacio para un hermoso plafond central con motivos florales sobre un
fondo celeste. Una chimenea de madera hermosamente tallada y un gran espejo
empotrado, además de ventanas con vidrios de colores, incrementaban el brillo
de la platería y fina vajilla que siempre estaba dispuesta esperando alguna
gran celebración.
El último patio destinado al servicio tampoco
carecía de guiños arabescos, las ventanas con arcos de herradura, el pavimento,
las cornisas y curvos remates de las esquinas, componían también parte de ese
cuidado ambiente oriental que quiso dar el arquitecto Aldunate al inmueble, y
que fue mejorado por el excéntrico gusto de Claudio Vicuña, “El
principal mérito de este palacio está en la propiedad de su estilo… pues su
joven propietario no ha omitido gastos para que cada uno de los detalles
guarden conformidad con el plan general- obra suya es la finalización de la
casa i suya también la importación de los amoblados-. Suya también i únicamente
suya es la gloria de poseer en Chile el más espléndido y acabado palacio…”. Diario El Ferrocarril, 18 julio 1877.
El antiguo patio de los arrayanes se convirtió en el "de Los Leones" por la mítica fuente de mármol que lo decora, inspirada en la obra original de Granada. Fotografía de los autores, 2012. - Los leones de mármol que decoran la pileta fueron, según un mito popular, parte de un reloj solar que daba la hora arrojando agua por la boca de cada animal. Fotografía gentileza de Jade Cea Nachar. |
El comedor sorprende por la calidad ornamental, que incorpora una chimenea de madera con un espejo empotrado, cielos con artesonado pintado, fino parquet y muros completamente pintado de motivos geométricos. Fotografía de los autores, 2009. |
El último patio no está exento de motivos arabescos e incorpora ventanas con arcos de herradura, muros con esquinas ochavadas y estucos ornamentales. Fotografías de los autores, 2012. |
La inauguración
de La Alhambra
Corrían los primeros meses de 1877 cuando el vértigo
se apoderó de la sociedad chilena al enterarse de que el fabuloso palacio de la
Alhambra sería inaugurado próximamente. Para la celebración se había pensado
originalmente en una fiesta de máscaras venecianas, idea que fue desechada para
dar paso a un despampanante baile de fantasía,
pues en Santiago no se había realizado uno desde que la familia Tocornal
abriera sus salones en 1862.
Los diarios de la época anunciaron que el baile se
realizaría el día 16 de julio con motivo del cumpleaños de la madre del dueño
de casa, doña María del Carmen Guerrero, y que tendría la particularidad de
estrenar en Chile una costumbre muy en boga en los salones europeos: el famoso
cotillón a la francesa, “un
baile de intriga, en que no es el hombre quien elige su pareja, como se había
acostumbrado hasta ahora en toda clase de baile. Las señoritas son las que
eligen como les da su real gana. El que tiene mejor figura, puede estar seguro
de que será solicitado i aun disputado pero… ¡ai! Desgraciado del que nació
feo!...”. Diario El Ferrocarril, 21 junio 1877.
Los meses se hicieron cortos para la infinidad de
preparativos, el palacio Alhambra fue totalmente acondicionado para poder
albergar a los asistentes y se desembolsaron millones de pesos en banqueteros,
luces, flores y la contratación de los mejores músicos de Santiago. Por su
parte, los alegres convidados ensayaban a diario las novedosas figuras del
cotillón en todos los salones, mientras se hacían crujir las hojas de los
álbumes de disfraces en búsqueda del diseño más original, que debía mantenerse
además en el más absoluto misterio, y cuya revelación era considerada el peor
de los pecados.
Visión opuesta se desarrollaba en el escritorio de
los padres de familia, que sollozaban cada vez que llegaba un recibo de las
casas de modas, peluquerías, joyerías o almacenes de telas, los que en ese
momento eran los únicos beneficiados de ese caprichoso ambiente festivo que
invadía nuestra capital.
Portada del "Joyeux Cotillon" de Emile Choquard, valses para piano. Alliance Musicale, Paris. 1897 |
El mes de julio comenzó con nubarrones oscuros que rápidamente precipitaron una tormenta interminable. Los diarios auguraban el diluvio universal, el Mapocho aumentaba peligrosamente su caudal y se había desbordado frente al puente de palo, inundando las inmediaciones de la plazuela de la Recoleta Franciscana, dejando cientos de damnificados. La situación se incrementó en los días siguientes, llegando el agua al Mercado Central y precipitándose por las calles de Morandé y del Chirimoyo (actual Moneda), anegando establecimientos comerciales y algunas casas.
Sin embargo, las noticias del temporal pasaron a segundo
plano cuando se anunció en la prensa que el baile de fantasía sería pospuesto
un par de días, lo curioso de la noticia era que la causa no se relacionaba con
la lluvia, sino que “se ha postergado para la
noche del 18 por indisposición de la señora Subercaseaux de Vicuña… No hay duda
que cuarenta i ocho horas son una eternidad para la impaciencia de los que
esperan esa fiesta…”. Diario La República, 13 julio 1877.
Lucía Subercaseaux de Vicuña. Col. Particular |
El bullicioso movimiento exterior se silenciaba al
penetrar el umbral de la mansión, “la
vista se ofuscaba ante tanta magnificencia, unida a tanta belleza, juventud y
elegancia. Veíanse allí en revuelta confusión las huríes del paraíso, los
abecenrrajes de granada, los gitanos, los galantes caballeros del tiempo de
enrique IV… profetas de los primitivos tiempos, marquesas de peluca empolvada,
odaliscas, circasianas, ramilleteras, gitanas, reinas, diplomáticos, marinos,
generales ingleses, turcos, rusos i austriacos… mosqueteros, negros, y en
general, personas que llevaban trajes de todas las época…”. Diario El Ferrocarril, 19 julio 1877.
Los sirvientes corrían de un lado a otro intentando
esquivar a los sorprendidos asistentes, que no paraban de maravillarse con el
encantador aspecto de las estancias. Ahí estaba vestida de romana Laura Cazotte
de Antúnez, Lucía Bulnes de Vergara disfrazada de araucana, Ramón Barros Luco
con capa veneciana y la infaltable
marquesa de Pompadour personificada por Josefina Codecido de Toro. La edad
media se hizo presente a través de Francisco Undurraga quien estaba disfrazado
de un pintor de corte y Juana Browne de Subercaseaux, vestida con un rico traje
de novia medieval inspirado en una pintura de Gustave Moreau. El costumbrismo llegó
de la mano de Catalina Toro disfrazada de veneciana, Ana Subercaseaux de
mexicana, Ana Huici de japonesa, Alvaro Besa sera un incroyable del siglo XVII, Osvaldo Pérez Sánchez de pescador italiano, José Ducci de florentino y Ricardo Pérez de
húngaro.
Otros personajes optaron por revivir los viejos califatos, vistiendo deslumbrantes trajes arabescos: José Miguel Valdés será Jusef Pachá, el embajador turco de la corte de Napoleón; Ramón Balmaceda será el gran turco Cabeis, Emilia Lajara de Valdés vestirá de la odalisca Zaida, Rosa Orrego de Antúnez de morisca, Miguel Bazo de beduino y Adolfo Carrasco de turco.
Los asistentes eran conducidos hacia el salón de
verano para saludar a los anfitriones, que los esperaban pacientes junto a la
pileta central de mármol decorada con aromáticas camelias en flor y que ofrecía
además vistosos juegos de agua.
Ahí estaba
doña Lucía Subercaseaux de Vicuña, luciendo un hermoso traje de hechicera,
confeccionado en terciopelo negro con bordados cabalísticos realzados en oro.
Su cabeza estaba cubierta por un tocado de gitana coronado por grandes plumas
oscuras, que realzaban su misteriosa indumentaria. La acompañaba su madre y hermanas, entre
ellas la conocida Victoria Subercaseaux de Vicuña Mackenna, quienes amablemente
ayudaban a recibir a esa infinita corte
de mundanos personajes de la historia mundial. "Los salones de la
alhambra presentaban un aspecto encantador y deslumbrante. Ellos eran estrechos
para contener a los convidados. Todas las beldades santiaguinas rivalizaban
allí en belleza, elegancia i riqueza de atavíos. Las infinitas luces de las
numerosas arañas que pendían de los artesonados, iluminaban a porfia con
brillantes, esmeraldas, rubies i otras piedras preciosas que cargaban con
profusión señoritas y caballeros" Diario
El ferrocarril, 19 julio 1877.
1- José Ramón Balmaceda, Turco Cabeis. 2- José Luis Santa Maria, Húsar, y José Exequiel Balmaceda, Escocés. 3- Januario Ovalle Vicuña, Figaro de Sevilla. 4- Alvaro Besa, Incroyable. Fotografías pertenecientes al Archivo fotográfico del Museo Histórico Nacional de Chile. |
1- Arturo Vergara, 2- Osvaldo Pérez Sánchez, Pescador Italiano. 3- Mariano Melo Egaña, Conde de Almaviva. 4- Vicente Dávila Larrain, Ranal de Naney. Fotografías pertenecientes al Archivo Fotográfico del Museo Histórico Nacional de Chile. |
Al sur del salón, las puertas abiertas daban paso al
pórtico semicircular del patio de los arrayanes, el que esa noche se encontraba
cerrado por un hermoso lienzo que representaba los jardines de Solimán, pintado
por Carlo Bastetti, a petición expresa del
señor Vicuña para evitar que el viento de la noche molestara a los asistentes. En
ese lugar se encontraba la orquesta que era dirigida por el respetado señor Raimundo
Segundo Martínez, reconocido artista que se graduó con honores en el
Conservatorio Nacional de Música, trompetista de vocación, director de la
Orquesta del Club Musical y animador oficial de los conciertos sinfónicos del
Teatro Municipal. (Agradecemos los valiosos antecedentes proporcionados por el investigador musical Julio Garrido
Letelier).
Las piezas que tocaría la orquesta habían sido
anunciadas días antes en el diario El Ferrocarril, por lo que a las 22:30 horas
en punto, decenas de parejas se encontraban esperando el inicio de la música en
los salones. Comenzó el señor Martínez con una serie de animadas cuadrillas: Mme.
Angot, Royal Tambour, Jolie perfumeuse y
Guillermo Tell. Tras un breve descanso, a las 23:30 se iniciaron los valses,
principiando Sueños del océano, Vida del artista (Strauss), Las mil y una Noche
(Strauss), Romeo y Julieta de Gounod, y Las olas. La mazurka “les traineaux” culminó mientras los
saltitos de la polka hacían vibrar las porcelanas de los salones, la orquesta
tocó “Aristocrática” -obra del señor Martínez-, Les fauvettes, El loco rey de Strauss, La
Marcha turca de Mozart, y finalmente la galopa “Las delicias del harem”.
Ingresar por el zaguán esa noche debe haber sido sorprendente: los mocárabes del cielo, la profusa yesería, el brillo de los vidrios de colores y las luces que resplandecían en los salones, transportaban a los asistentes a la lejana Granada, en un ambiente colmado de risas y rítimicas melodías. En las imágenes, el zaguán y la lámpara central del salón de verano. Fotografía de los autores, 2009 y 2012. |
Una hora y media más tarde, el sonido de un cuerno
tocado por el señor Martínez, dio inició al cotillón compuesto de 15 figuras que
se alternarían al compás de polkas y valses. La juventud exaltada corrió a los
salones acondicionados para este baile, tomando parte 40 parejas, que se
dividieron entre el salón azul –dirigido por Ramón Subercaseaux- y el salón
lacre, dirigido por Domingo Vega.
Los alegres danzantes se entretenían al sonido del
cuerno, que iniciaba cada baile, donde las señoritas debían elegir a su pareja
en entretenidos esquemas, “otra figura
que despertó grande entusiasmo y buen humor fue la de los pabellones de cintas,
en la cual una señorita elige a seis caballeros, a cada uno de los cuales
entrega una cinta colgante del pabellón que ella sostiene. Su compañero elige a
seis señoritas que igualmente toman una cinta del pabellón que él sostiene. Se
gira y dada la señal, se acercan los dos pabellones y cada caballero valsa con
la señorita que tiene la cinta de igual color al suyo…”
Ramón Subercaseaux (1854-1937) |
Luis Orrego Luco, vestido de caballero de la corte de Luis XIII, y del brazo de la hermosa Blanca Vicuña –su futura esposa- disfrutó de la velada, y no pudo sino recordar con nostalgia años más tarde “en aquellas grandes fiestas, la casa entera se transformaba en salas de baile… grandes orquestas tocaban valses, cuadrillas y también lanceros… las damas se presentaban lujosísimas, con costosos trajes encargados especialmente a Europa a grandes modistos como Laferriére, y lucían joyas de brillantes y perlas que valían dinerales. Los muchachos circulaban como abejas llenando los carnés de baile de las jóvenes solteras. La animación solía ser extraordinaria y las orquestas tocaban hasta el alba… Aún me parece ver en aquellas reuniones a mis amigos, alejados hoy por la muerte, y que entonces lucían juventud y alegría…”. Memorias del tiempo viejo, pág. 154
La Alhambra en
las páginas de la revolución de 1891
Palacio Alhambra. Foto Leblanc, 1890. BN de Chile |
La Alhambra conservaba eso sí el cariño de los santiaguinos, que se reunían frecuentemente en la tertulia de Lucía Subercaseaux de Vicuña, quien animaba con su entretenida conversación las calurosas noches de la capital. No faltaban tampoco las reuniones políticas en la casa, porque Claudio Vicuña comenzó a aumentar su papel en el partido liberal cuando su gran amigo José Manuel Balmaceda asumió la presidencia de la República. Sin saberlo, las vinculaciones de Vicuña con el gobierno de Balmaceda precipitarían los más tristes sucesos de su vida y llevarían a su añorado palacio a la destrucción.
José Manuel Balmaceda, Presidente de Chile (1886-1891) |
Los ánimos en Santiago eran de mucho malestar, la
gente casi no salía a las calles, y en casa de Vicuña se había establecido una
guardia permanente. Mucha gente partidaria al gobierno vivía en la calle
Compañía e inmediaciones del Congreso, la familia Ovalle, los Rojas Pradel, la
madre del presidente y otros que atemorizados veían con horror cómo la apacible
capital se había convertido en un peligroso antro de conspiradores. El nuevo
gabinete convocó a elecciones parlamentarias y presidenciales en un intento
desesperado por frenar la guerra, se designó como candidato por el partido
liberal nada menos que a don Claudio Vicuña, quien recibió una banda
presidencial en señal de aprobación por parte de Balmaceda, que veía en él un
buen aspirante para asumir tras la guerra el gobierno de Chile.
Los opositores mientras tanto se reunían a
escondidas en Santiago, liderados por Carlos Walker Martínez. El 20 de agosto,
un grupo de revolucionarios se congregó en su fundo, siendo sorprendidos por el
Coronel Orozimbo Barboza, quien ordenó la ejecución de los jóvenes, situación
que generó el odio y la desmoralización de los partidarios de Balmaceda, que
tildaron a la “Masacre de Lo Cañas” como un acto bestial que hirió
profundamente a conocidas familias de ambos bandos.
Tras cruentas batallas en el norte del país, los parlamentarios se acercaban cada vez más a Santiago, y ya no se hablaba de elecciones sino de escape y de una urgente dimisión del actual gobierno. Las familias partidarias de Balmaceda comenzaron a solicitar asilo en embajadas, conventos, hospitales y casas de familiares o amigos; otros pocos se negaban a abandonar sus moradas, a pesar de las constantes amenazas. La batalla de Concón y el triunfo revolucionario en Placilla, pusieron término al gobierno de José Manuel Balmaceda, quien cedió el control de la ciudad al General Baquedano el 28 de agosto, mientras se refugiaba en la Embajada Argentina para evitar su captura por parte de la Junta Revolucionaria.
Tras cruentas batallas en el norte del país, los parlamentarios se acercaban cada vez más a Santiago, y ya no se hablaba de elecciones sino de escape y de una urgente dimisión del actual gobierno. Las familias partidarias de Balmaceda comenzaron a solicitar asilo en embajadas, conventos, hospitales y casas de familiares o amigos; otros pocos se negaban a abandonar sus moradas, a pesar de las constantes amenazas. La batalla de Concón y el triunfo revolucionario en Placilla, pusieron término al gobierno de José Manuel Balmaceda, quien cedió el control de la ciudad al General Baquedano el 28 de agosto, mientras se refugiaba en la Embajada Argentina para evitar su captura por parte de la Junta Revolucionaria.
1- La Junta Revolucionaria: de izquierda a derecha, Waldo Silva (Vicepresidente del Senado), Jorge Montt (Presidente de la Junta) y Ramón Barros Luco (Presidente de la Cámara de Diputados). 2- Muertos del Combate de Placilla, 1891. |
La llegada de la noticia de la sublevación de la Escuadra Nacional el 7 de enero de 1891, queda inmortalizada en este óleo de Pedro Subercaseaux, que muestra al Presidente Balmaceda acompañado de sus ministros: Claudio Vicuña (a la derecha del Presidente), Domingo Godoy, Alvaro Casanova Barros, José Francisco Gana, entre otros. Colección Museo Histórico Nacional de Chile. |
“Una familia que
corría un gran peligro era la de don Claudio Vicuña que aun permanecía en su
palacio de la calle Compañía; ahí llegaron también al amanecer del 29 don
Alfredo Ovalle Vicuña acompañado de doña Aquilina y de don Ricardo Vicuña
Guerrero, quienes de antemano les habían solicitado amparo en la Legación de
Francia… con gran precipitación y alarma lograron alistar a aquella numerosa
familia y ya en pleno día, arribaron con ella a la legación. Luego de instalarse
y ordenar los atados de ropa y otros objetos indispensables que llevaban
consigo, doña Lucía Subercaseaux de Vicuña dióse cuenta que con la
precipitación de la salida había olvidado en una mesa de su dormitorio el
paquete en que había envuelto todas sus joyas; como no era ya el momento de
salir a la calle sin exponerse a cualquier vejación, llamó a su empleada de confianza Leonarda Ruiz y la
envió en busca de las joyas. Cuando la empleada estaba en el fondo de la casa,
después de haber escondido entre sus ropas el valioso paquete, sintió los rudos
golpes que empezaban a echar abajo las puertas del palacio; sin perder su
serenidad corrió a la calle y “viendo un caballero que ayudaba a hacer un
huraco a fin de abrir el portón de par en par”, le dijo desde adentro: “aguarde
señor, abra así para que todos puedan entrar fácilmente”. Y se escurrió
salvando gracias a su entereza de ánimo las joyas de la casa…”. En: Balmaceda, E. Del Presente y del pasado. Ediciones Ercilla, Santiago de Chiel, 1941. Pág. 261
Y así una a una las mansiones de los partidarios de
Balmaceda fueron saqueadas y destruidas por turbas revolucionarias. En la misma
cuadra de calle Compañía la casa del senador Ovalle Vicuña, posteriormente Club
Fernández Concha, fue totalmente saqueada, arrojándose desde una ventana del
segundo nivel un valioso piano de cola. La familia Rojas Pradel también sufrió
el saqueo, pues tenían fama de riquísimos y la turba esperaba obtener grandes
botines de sus coloridos salones. En la casa de Rafael Balmaceda ni las
cañerías se salvaron, la casa de la madre del Presidente, doña Encarnación Fernández fue desvalijada
totalmente, el palacio de Juan Mackenna fue también saqueado, y la colección de
arte de Víctor Echaurren Valero se perdió a manos de la revolución. El senador Adolfo Eastman se negó a abandonar
su residencia, y cuando llegó la ola de saqueadores no le quedó más que
ocultarse junto a su mujer Carmela Mackenna en el ascensor, donde fueron
descubiertos. A pesar del miedo, el señor Eastman intentó convencer a los
intrusos de que los dejasen ir, y gracias a la intervención de una mujer que
gritó “no tocar a ese caballero que yo sé
que es muy caritativo con los pobres”, el matrimonio logró salvarse del
odio cegado de un pueblo enardecido por la euforia de las masas.
Martina Barros Borgoño de Orrego (1840- 1944) |
El palacio de La Alhambra no se
salvó del saqueo, y como haciendo alusión al inestable poderío de los nazaríes
en su palacio de Granada, el inmueble de calle Compañía sufrió desde su
interior uno de los más lamentadas destrucciones, debido a la enorme cantidad de
piezas artísticas que se perdieron. “Pasamos frente a La Alhambra,
como se llamaba el palacio de Claudio Vicuña, presidente electo para suceder a
Balmaceda. Allí vimos, en medio de la calle, un precioso sofá y sillones de
cuero de córdoba que un hombre despedazaba con un hacha. Augusto, con su gran
bondad y su espíritu artístico, le pidió al hombre que no destrozara esas
maravillas, que se las llevase. “No robamos, señor”; le contestó el hombre.
“Sólo destruimos en castigo bien merecido”. Y Claudio Vicuña no tenía más falta
que haber aceptado su designación para ser candidato oficial a la presidencia
de la república…”. En: Barros, M. Recuerdos de mi vida. Ed. Orbe, 1942. Pág. 214
Caricatura de Claudio Vicuña en la revista Zig Zag, 1905 (3) |
Mientras tanto Lucía Subercaseaux y sus hijos
pasaron de la legación de Francia a la casa de Melchor Concha y Toro, y posteriormente
a unos modestos altos en una casa de Alameda con San Ignacio. Luego de poseer
un palacio, la familia debió conformarse con vivir recluida sin comodidades y
con visitas diarias del Inspector Salvo, que controlaba los cheques de la
mujer, temiendo pudiera utilizar sus recursos para una contra revolución. Luego
de unos meses de incertidumbre, la familia Subercaseaux Vicuña emprendió viaje
rumbo a Argentina, donde los esperaba el señor Vicuña junto a otros tantos
exiliados.
La familia Vicuña al recuperar sus bienes, jamás volvió a habitar el querido palacio de calle Compañía. A inicios de 1900, regresan a Chile y deciden trasladarse a la calle República, donde murió Claudio Vicuña en 1907. “Una nota dolorosa ha venido a marcar tristemente las postrimerías de febrero: el notable patriota, eminente político y gentil caballero don Claudio Vicuña ha pasado a mejor vida, sin sufrimientos, sin angustias y sin temores, como pasan de un mundo a otro los hombres superiores, los seres de conciencia pura y recta. Pierde con él Chile al alma más amante de sus hijos, a un verdadero fanático del patriotismo y un apóstol entusiasta y desinteresado de las más nobles virtudes cívicas.”. Revista Zig Zag, 1907.
La familia Vicuña al recuperar sus bienes, jamás volvió a habitar el querido palacio de calle Compañía. A inicios de 1900, regresan a Chile y deciden trasladarse a la calle República, donde murió Claudio Vicuña en 1907. “Una nota dolorosa ha venido a marcar tristemente las postrimerías de febrero: el notable patriota, eminente político y gentil caballero don Claudio Vicuña ha pasado a mejor vida, sin sufrimientos, sin angustias y sin temores, como pasan de un mundo a otro los hombres superiores, los seres de conciencia pura y recta. Pierde con él Chile al alma más amante de sus hijos, a un verdadero fanático del patriotismo y un apóstol entusiasta y desinteresado de las más nobles virtudes cívicas.”. Revista Zig Zag, 1907.
Tal vez como un deseo nostálgico de habitar
nuevamente su palacio morisco, mandó a construir en el Cementerio General un
gran mausoleo de inspiración árabe. La amplia escalinata protegida por leones
antecede un templete de esbeltas columnas coronado por una cúpula grandiosa,
visible desde todo el camposanto. El interior estaba decorado con pinturas
multicolores, mármoles y diversas piezas de mayólica. Tras el terremoto de 2010
el mausoleo sufrió graves daños, encontrándose hoy en un deplorable estado.
El mausoleo de Claudio Vicuña fue encargado al arquitecto Brugnoli, quien ideó un enorme edificio de líneas árabes coronado por una gran cúpula. El interior fue completamente pintado, e incorporó materiales como mármol y bronce en su decoración. Desafortunadamente el terremoto de 2010 destruyó gran parte del monumento. Fotografías: 1- Mausoleo Vicuña en 1906, Album de Chile. Colección Biblioteca Nacional de Chie. 2- Decoración interior del mausoleo y la cúpula, fotografía de los autores 2009. 3- Daños ocasionados por el terremoto de 2010, fuente: La Tercera. |
El trascendental
legado de un propietario
Julio Garrido Falcón (1851- 1942) |
Sin embargo un transeúnte se paseaba a diario por los grandes portones de calle Compañía 118 (actual n°1340), contemplando paciente esos arabescos interminables que seducían aun con su evocadora estampa. Era este soñador don Julio Garrido Falcón, conocido abogado de Santiago, que a la par de revisar escritos legales, se había volcado a las letras e incursionado en el periodismo, convirtiéndose en el redactor del "Diario Oficial" de Lima, durante la ocupación chilena en esa ciudad por la Guerra del Pacífico. Ya en nuestro país, se ocupó también de otra pasión: la agricultura, haciendo próspera las ricas tierras de su fundo Los Tilos de Buin, y construyendo en él uno de los más hermosos parques de la zona.
La belleza parece haber sido una necesidad en la vida del señor Garrido, pues adquiría todo tipo de objetos artísticos en Chile y en el extrajero, todas piezas excepcionales que lo llevaron a formar una valiosísima colección, que no dudaba en prestar para exposiciones, pues deseaba en lo más profundo difundir el arte en nuestro país.
Quizás previendo el destino de la mayoría de los edificios de Santiago, compra en 1894 a don Claudio Vicuña su querido palacio de La Alhambra, emprendiendo el desafío de devolver a esta pieza arquitectónica única en la capital, su viejo esplendor.
El esfuerzo de Julio Garrido se centró en recuperar muchas de las pinturas murales originales de los patios, reconstruir
pavimentos y restaurar los espacios interiores que sufrieron los efectos de la destrucción; pintando nuevamente las paredes con motivos árabes de vivos colores, recuperando la boiseire e instalando hermosas chimeneas de mármol, como puede apreciarse en los grandes salones del ala norte, que parecen haber sido obra de Garrido por el tratamiento ornamental y materiales utilizados.
El segundo patio sufrió la mayor de las transformaciones, construyéndose una gran estructura de fierro y cubierta de vidrio sobre el pórtico de acceso. Además se eliminó el antiguo jardín de arrayanes, disponiéndose la mítica fuente de los leones al centro del espacio, junto con la incorporación de baldosas en todo el patio.
El nivel superior del inmueble también parece haber sido acondicionado para la numerosa familia, formándose departamentos amplios con un tratamiento muy sencillo en la decoración, acorde a las modernas instalaciones del siglo XX.
El segundo patio sufrió la mayor de las transformaciones, construyéndose una gran estructura de fierro y cubierta de vidrio sobre el pórtico de acceso. Además se eliminó el antiguo jardín de arrayanes, disponiéndose la mítica fuente de los leones al centro del espacio, junto con la incorporación de baldosas en todo el patio.
El nivel superior del inmueble también parece haber sido acondicionado para la numerosa familia, formándose departamentos amplios con un tratamiento muy sencillo en la decoración, acorde a las modernas instalaciones del siglo XX.
Interior del palacio Alhambra en 1948, tan sólo unos pocos años después de que la familia Garrido abandonara el inmueble. Se puede apreciar la decoración de los muros del segundo patio, con pinturas a media altura, las que fueron sucesivamente ocultas por capas de pintura blanca. Fotografías en: Catalogo Ilustrado del Salón Nacional de 1948 de la Sociedad Nacional de Bellas Artes. |
1 y 2- Interior de los salones del ala norte del palacio Alhambra, re acondicionados por la familia Garrido en estilo morisco. Fotografías de los autores, 2012. 3- Gran salón que da hacia la calle Compañía, donde se aprecia la boiserie, muros pintados y una gran chimenea de mármol. Fotografía en snba.cl |
Decoración en los salones del ala norte de La Alhambra, destaca el intrincado diseño en tonos rojos del salón principal, la simbólica ornamentación que da paso a la caja fuerte, las representativas columnas que decoran el segundo patio y parte de las pinturas geométricas que ostenta el cielo del antiguo escritorio. Fotografía de los autores, 2012. |
Julio Garrido estaba casado con Clemencia Matte Pérez, la hermana de los conocidos políticos Domingo y Augusto Matte, del pedagogo Claudio y de la extravagante Delia, quien escandalizaba a la sociedad santiaguina con sus estrambóticos sombreros.
El matrimonio tuvo nueve hijos, quienes se criaron en el paradisíaco ambiente arabesco de la Alhambra, el que a inicios del 1900 lucía como en sus mejores años. “En la suntuosa residencia que posee el señor Garrido en la calle de la Compañía, se efectuó una lucida y brillante recepción ofrecida por la distinguida señorita Rosa Garrido Matte a sus relaciones sociales…”, publicará la revista Zigzag en 1906.
Una recepción en el segundo patio del palacio Alhambra. Fotografía en la revista Zig Zag, 1906. |
Recepción en la Sala de Verano del palacio Alhambra, ofrecida por Rosa Garrido Matte en 1914. Revista Sucesos, 1914. |
La familia Garrido hizo de La Alhambra su hogar por
más de 30 años. Don Julio se vinculó estrechamente con obras de filantropía, que además de sostener lazaretos e instituciones de caridad, se centraron en fortalecer las artes en el país apoyando a distintos artistas nacionales. Gracias a esto, se relacionó con las nuevas corrientes artísticas
y entabló amistad con el conocido pintor
Pedro Reszka, quien era Presidente de la Sociedad de Bellas Artes, entidad que
había nacido en 1918 de la mano del pintor Juan Francisco González como un
espacio para fomentar las artes plásticas en Chile, y promover su estudio.
Zaguán de La Alhambra, 1943. SNBA |
En la década de 1940, el anciano Julio Garrido comienza a pensar en su paso al otro mundo, y temiendo que la belleza que tanto se esforzó por cultivar se perdiera, dispone algunos de sus más preciados bienes en donación a distintas instituciones que velen por su conservación. Así el fundo Los Tilos de Buin es donado al Ministerio de Agricultura para formar ahi un centro experimental con el nombre de su mujer, Clemencia Matte, el que aun existe y sigue prestando gran utilidad al país de la mano de la CONAF.
Parte de su colección artística fue vendida en beneficio de la Hermandad de Dolores, y su querido palacio de la Alhambra fue donado a la Sociedad Nacional de Bellas Artes en 1940 junto con algunas importantes obras de arte, en un deseo profundo por ofrecer a las futuras generaciones esta maravilla arquitectónica, buscando una institución que supiera valorarla, y no alterar su noble carácter y estilo.
El 14 de agosto de 1940, el palacio fue oficialmente traspasado a la SNBA, siendo Pedro Reszka designado como conservador vitalicio del palacio. Años más tarde, el 15 de julio de 1973, por decreto Nº723, se declararon como Monumento Histórico los restos náufragos de la corbeta Esmeralda, la casa de la cultura de Ñuñoa y el Palacio Alhambra, protegiéndose por fin para alivio de sus antiguos propietarios este emblemático inmueble.
Parte de su colección artística fue vendida en beneficio de la Hermandad de Dolores, y su querido palacio de la Alhambra fue donado a la Sociedad Nacional de Bellas Artes en 1940 junto con algunas importantes obras de arte, en un deseo profundo por ofrecer a las futuras generaciones esta maravilla arquitectónica, buscando una institución que supiera valorarla, y no alterar su noble carácter y estilo.
El 14 de agosto de 1940, el palacio fue oficialmente traspasado a la SNBA, siendo Pedro Reszka designado como conservador vitalicio del palacio. Años más tarde, el 15 de julio de 1973, por decreto Nº723, se declararon como Monumento Histórico los restos náufragos de la corbeta Esmeralda, la casa de la cultura de Ñuñoa y el Palacio Alhambra, protegiéndose por fin para alivio de sus antiguos propietarios este emblemático inmueble.
La mansión sufrirá con el paso de los años leves transformaciones, como el traslado de la pila central del salón de verano al primer patio, lo que desvirtuó el carácter de los recintos. Interiormente algunas habitaciones fueron unidas para dar cabida a salas de clases, y a medida que los azulejos y pinturas sufrían deterioros, se optó por ocultarlos bajo una capa de pintura blanca. Los sismos de 1985 y 2010 dañaron irremediablemente parte importante del inmueble, se perdió una de las torrecillas de la fachada, la tabiquería interior sucumbió y muchos elementos ornamentales quedaron en el suelo, situación que el equipo Brügmann constató en terreno. Los daños provocados obligaron su clausura parcial en marzo de 2010.
Este año -2013- gracias a gestiones de la Dirección
de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, la
Sociedad de Bellas Artes, el reino de Marruecos, la Corporación de Patrimonio
Cultural e importantes colaboradores, se anunciaron los inicios de la restauración
del Palacio de La Alhambra en tres etapas, a cargo de la oficina del arquitecto
Raúl Irarrázabal y Walter Bee, donde participará el Centro CREA y la gestora
cultural Anne Marie Garling; además de artesanos expertos que vendrán de
Marruecos para apoyar las obras.
Daños en el palacio Alhambra: La pintura de los muros deteriorada fue tapada por diversas capas de pintura, que hoy vuelven a ver la luz gracias a los trabajos de restauración. Las torrecillas de la cornisa en la fachada sufrieron los mayores daños por los terremotos, perdiéndose una de ellas. Fotografía de los autores, 2009 y 2012. |
Una de las ideas de la restauración es mejorar el palacio estructuralmente y restaurar los espacios exteriores e interiores, para devolverles su antiguo esplendor. Fotografías gentileza de Jade Cea Nachar, 2013. |
La restauración del Palacio de La Alhambra es una
oportunidad única en Chile para recuperar ese sueño de traer una parte de Granada
a estos lejanos rincones. El inmueble es una obra artística en sí mismo, que no se limitó como muchos dicen a imitar
los recintos de la vieja fortaleza nazarí, sino que los adaptó a la realidad
chilena para conseguir formar espacios confortables, habitables y acordes a las
aspiraciones de vida de una sociedad perdida en el tiempo.
Conservar la estructura del palacio, acondicionarlo
para su uso moderno y por sobretodo respetar y recrear nuevamente el aspecto
original, son parte de los desafíos que tiene el grupo de profesionales a
cargo, que han puesto todo sus conocimientos para lograr devolver
satisfactoriamente a nuestro país, uno de sus edificios más importantes y emblemáticos,
el último remanente de esa arquitectura romántica del siglo XIX chileno que
queda en pie…
Fernando Imas Brügmann
Mario Rojas Torrejón
Vista desde el peristilo del primer patio. |
Bibliografía
(1) Gomez-Moreno, M. El Arte en España- La Alhambra. Comisaría regia del turismo y cultura artística. Ediciones Thomas. 1911
(2) Portada La Revista Cómica, el arquitecto Manuel Aldunate, dibujo de Luis F. Rojas. 1898
(3) Caricatura Claudio Vicuña que alude al vinculo político entre él y José Manuel Balmaceda, "La Aparición: Claudio! apacienta mis ovejas, apacienta mis corderos... Y don Claudio ha entendido que se trata de los de Bucalemu". Revista Zig Zag, 1905.
Balmaceda, E. Del Presente y del pasado. Ediciones Ercilla, Santiago de Chile, 1941
Balmaceda, E. Un mundo que se fue. Editorial Andres Bellos, Santiago de CHile, 1969.
Barros, M. Recuerdos de mi vida. Ed. Orbe, 1942.
Imas, F. Rojas, M. Palacios al norte de la Alameda: el sueño del Paris americano. ARC editores, Santiago de Chile, 2012.
Latcham, R. Estampas del nuevo extremo: antologia de Santiago. 1541-1941. Editorial Nascimiento, 1941.
Pereira Salas, E. Arquitectura chilena en el siglo XIX, Anales de la UCH. Santiago de Chile, 1956.
Orrego Luco, L. Memorias del tiempo viejo. Ediciones de la Universidad de Chile, 1984.
Ossandon, C. Guia de Santiago. Editorial Zig Zag, 1961
Subercaseaux, R. Memorias de ochenta años. Editorial Nascimiento, Santiago de Chile. 1936
Wiener, C. Chili & CHiliens, Paris. 1888
Villalobos, S. Origen y ascenso de la burguesía chilena. Editorial Universitaria, Santiago de Chile. 2006
Catalogo de la Exposición de la Sociedad de Bellas Artes 1942.
Catalogo de la Exposición de la Sociedad de Bellas Artes 1943.
Catalogo de la Exposición de la Sociedad de Bellas Artes 1948.
Diario El Mercurio de Valparaíso, 11 octubre de 1864.
Diario El Ferrocarril 21 junio 1877
Diario El Mercurio de Valparaiso, 12 julio 1877
Diario La Republica, 13 julio 1877
Diario El Ferrocarril, 18 julio 1877
Diario El Ferrocarril, 19 julio 1877
Diario El Ferrocarril, 20 julio 1877
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2 comentarios:
Impresionante, aprendí a hacer el tallado en yeso en año 2011. De hecho, los marroquíes prefirieron el yeso Chileno para hacer sus tallados acá en Chile para la construcción de la Mezquita en Cqbo. Es un trabajo de mucha paciencia y destreza manual, y la gracia de la hechura del yeso, es que modifica la técnica permitiendo la frescura del yeso hasta por 4 meses en época de frío y hasta 1 mes en época veraniega. Maravilloso trabajo y regalo cultural.
Hay posibilidad que actualicen el estado de las obras? se los agradecería.
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