
Ese colorido ambiente comercial necesitó muy pronto de edificios que pudieran acoger la creciente clientela, que a partir de 1880 -gracias a las nuevas técnicas de venta y publicidad- se agolpaban a diario en esos llamativos edificios que comenzaron a levantarse en el centro y la Alameda de las delicias. Desafortunadamente muy poco queda de ese intenso pasado, hoy derruido entre pasajes y galerías que intentan a duras penas sobrevivir...