LOS INCENDIOS, LAS DEMOLICIONES Y EL ABANDONO SE LLEVARON ALGUNOS DE LOS MÁS CARACTERÍSTICOS EDIFICIOS; SIN EMBARGO, AUN SOBREVIVEN UNOS CUANTOS QUE RESGUARDAN ENTRE SUS MUROS LAS DISTINTAS ETAPAS QUE CONFIGURARON LA HISTORIA DE ESTE CONOCIDO SECTOR PRECORDILLERANO.
Ñuñoa ampara entre sus calles una historia riquísima que se
remonta a antes de la llegada española, cuando los fértiles valles
precordilleranos que bordeaban el río Mapocho eran habitados por pequeños
grupos indígenas liderados por importantes caciques que hicieron prosperar la
agricultura y minería de la zona.
Dentro de esos territorios destacaba una amplia área donde
crecía el ñuño, -peculiar flor amarilla que cubría con su color las praderas- y
que sirvió para denominar todo el sector con el vocablo mapungún Ñuñohue, o “tierra de ñuños”. Cuando los
hispanos lograron someter el territorio, los antiguos poblados indígenas se
convirtieron en encomiendas que dieron origen por su nombre a localidades de la
zona metropolitana, como Macul, Vitacura, Tobalaba, Apoquindo y Peñalolén.
Flor de Ñuño (Sisyrinchium graminifolium). Drake,1836 |
Las encomiendas en el siglo XVII habían sido reemplazadas por extensas chacras
en manos de conocidos personajes de la aristocracia santiaguina, quienes
lograron emprender pequeñas fábricas de manufacturas y hacer prosperar la
agricultura, que nutría con sus variados productos los mercados de la capital.
El ir y venir de carretas de mercancías formó una ancha vía
de comunicación que se conoció como el Camino de Ñuñohue (actual avenida
Yrarrázaval), que se iniciaba en las inmediaciones de la calle Portugal y se
perdía entre la agreste geografía de los cerros, convergiendo de vez en cuando
con alguno de los numerosos callejones que conectaban las haciendas de la zona,
muchos de los cuales darían origen posteriormente a conocidas calles de la
comuna, como es el caso del callejón de Lo Aliaga (actual av. Villagra), Lo
Cortese (actual Av. Egaña), y los caminos públicos de Lo Hermida, La Reina y
Los Guindos de Ñuñoa; este último famoso también por albergar un pequeño
poblado de quintas de recreo donde el alcohol, la música, el baile y la comida
animaban las noches de los más aventureros bohemios de la capital.
Hacia el siglo XIX,
las inmediaciones del camino de Ñuñohue habían sido ocupados por
modestas viviendas de lata o barro habitadas por canteros, agricultores o
empleados de alguna de las fábricas o molinos con que contaban las numerosas haciendas
del sector; las que además eran famosas entre las familias santiaguinas por sus
cómodas casas patronales, ideales para pasar el caluroso verano.
La cada vez más creciente fama de Ñuñoa causó la llegada de
cientos de personas - que lograron gracias a su esfuerzo- convertir los
precarios rancheríos en un activo pueblo con abundante comercio, escuelas, una
iglesia, servicios de correo, registro civil y diversos medios de transporte. En
1891 el Ministro del Interior José Manuel Yrarrázaval redacta la reforma de la
“Comuna autónoma”, un decreto que daba autonomía administrativa, poder electoral
y mayores facultades a las comunas del país. Valiéndose de este avance,
diversos propietarios y habitantes que buscaban el reconocimiento e
independencia de Ñuñohue logran que ese mismo año se firme el decreto que crea
la Municipalidad de Ñuñoa, compuesta primitivamente
por subdelegaciones rurales del sector sur y oriente de Santiago.
La amplitud del territorio de Ñuñoa se debía a la presencia
de las numerosas propiedades agrícolas del sector, las que hacia 1895
comenzarán a lotearse para formar nuevas urbanizaciones. El crecimiento parece
haber surgido desde el norte, cuando las chacras cercanas al río Mapocho dieron
origen a poblaciones y conventos que comenzaron a extenderse hacia el sur,
causando gran presión en los propietarios próximos al camino de Ñuñoa. La venta
de las últimas hijuelas del viejo fundo Barainca dieron origen a la población
del Salvador, mientras que el loteo de
la Chacra Lo Gandarillas originó la
población San José, donde se instalarán los Misioneros Pasionistas,
constructores de la conocida iglesia de Santa Gemita. La extensa chacra de Lo
Cañita (entre las actuales Yrarrázaval, San Eugenio, Eduardo Castillo y Pedro
de Valdivia) fue donada por José Domingo Cañas a la Junta de Beneficencia con
el compromiso de crear una nueva urbanización que se denominó Población Cañas.
La familia Barros Puelma en una chacra de Ñuñoa. Fotografía perteneciente a la colección del Museo Histórico Nacional. |
En la misma época surge la Población San Gregorio, augurando
ser una de las urbanizaciones más atractivas de Ñuñoa: “Se venden sitios de esta nueva población. Tiene bastante agua, terreno
de primera clase, líneas de carros inmediatos y en la parte más central de la
comuna. Esta población comprende la gran plaza para la cual ha donado el sr.
Ossa, más de una cuadra de terreno. En el lado oriente está situada la iglesia
parroquial y en los de poniente y sud, se construirán pronto la casa
consistorial, la escuela municipal y el cuarte de policía…”.
Este barrio había nacido gracias al loteo de los deslindes de
la antigua chacra San Nicolás, propiedad de los descendientes del rico
capitalista Gregorio Ossa y Cerda, quien la había adquirido como residencia de
verano. (Más información en: http://brugmannrestauradores.blogspot.com/2013/10/el-palacio-alhambra-un-oasis-nazari-en.html)
Uno de sus principales legados fue la construcción en 1861 de una impresionante mansión campestre de dos niveles, cuya silueta recuerda la elegancia de la arquitectura inglesa colonial. El estilo se ve realzado al incorporar cinco bow-window, amplios corredores, terrazas y un mirador muy decorativo, desde donde era posible apreciar toda la chacra.
Uno de sus principales legados fue la construcción en 1861 de una impresionante mansión campestre de dos niveles, cuya silueta recuerda la elegancia de la arquitectura inglesa colonial. El estilo se ve realzado al incorporar cinco bow-window, amplios corredores, terrazas y un mirador muy decorativo, desde donde era posible apreciar toda la chacra.
La casa Ossa, 2012. Imagen perteneciente al Flickr Joaquin Layseca. |
El interior del inmueble se organiza en torno a un hall que
cruza la planta de norte a sur, con pavimento de mármol blanco, muros con
pilastras y una fantástica escalera principal de madera y fierro, rodeada de
columnas corintias. El ala poniente se destinó a recibos de grandes
dimensiones, un escritorio y la cocina; mientras que en el ala oriente se ubicó
una salita y cinco dormitorios. El
segundo nivel tenía un pequeño hall, dos salas de baño y seis dormitorios,
además de una pequeña escalera de caracol desde donde se accedía a la mansarda
y el mirador. La casa se rodeó de un
hermoso parque, delineado con senderos, esculturas y “parterres”, incluyendo además
una gran pileta de fierro de la firma francesa Val D’Osne decorada con figuras
mitológicas, muy similar a otras presentes en algunas ciudades de América, como
Tacna, Valparaíso y Buenos Aires. .
La hacienda alcanza su período de mayor esplendor cuando la
adquiere en 1910 José Pedro Alessandri, que la re bautiza con el nombre de
Santa Julia de Ñuñoa, en honor a su mujer Julia Altamirano, con quien tuvo
cinco hijos. Consciente de las
posibilidades de la propiedad -en ese entonces de 305 hectáreas- comenzó un
plan de modernización que incluyó la plantación de 60 hectáreas de árboles
frutales, entre nogales, cerezos, perales, duraznos, damascos e higueras,
siendo pionero en exportar fruta. También dedicó grandes extensiones al cultivo
de flores de notable variedad y en cinco conservatorios de cristal, se criaban
y reproducían plantas delicadas, como rosas y orquídeas, bajo la atenta mirada
del experto Presson.
Planta de la casa Ossa antes de su remodelación. Diseño: Mario Rojas y Fernando Imas, Estudio Brügmann.2013 |
Fachada principal de la Casa Ossa en 1915. Álbum de Santiago y Vistas de Chile, Jorge Walton- La casa Ossa el 2013, fotografía de los autores. |
La fachada posterior de la casa Ossa- Un detalle de la pileta central- Corredor lateral de la casa Ossa. Fotografía de los autores, 2013. |
El resto de la hacienda tenía extensiones de alfalfa,
árboles, 150 vacas, lechería, sembradíos de cereal y papas. “Santa Julia” era
conocida también por proporcionar a sus inquilinos modernas casas construidas
para la comodidad familiar, con amplios corredores, dormitorios y cocina.
Materiales como el adobe, vigas de nogal, pisos entablados, pintura en los
muros y ventanas con vidrios, se constituyeron como un ejemplo de vivienda inquilina,
en una época donde los derechos sociales de los menos afortunados estaban aun
en discusión.
Alessandri loteó el sector sur poniente de la hacienda abriendo
la avenida Macul (que hoy lleva su nombre) con la intención de formar una nueva
población “la ciudad moderna, buscando
buenos suelos, aire puro y aguas claras, se ha extendido en dirección al
oriente y, debido a esta circunstancia y a las facilidades de transporte, se
está formando Ñuñoa y, principalmente en la Grande Avenida de Macul, un futuro
barrio sub-urbano de Santiago, con valiosos y confortables chalets de elegante
arquitectura, ubicados en medio de jardines y parques del mejor buen gusto”.
En: Urzúa, A. Chile Agrícola. Pág. 318
La casa principal quedó entonces inmersa entre las nuevas
urbanizaciones de Ñuñoa, teniendo como frente la Avenida Yrarrázaval. Era
visitada constantemente por personalidades políticas, sobre todo después de que
Arturo Alessandri, hermano del propietario, asumiera como Presidente en 1920.
Los salones, entre ellos uno de inspiración china, fueron escenario de grandes
recepciones y alegres reuniones
familiares en los meses de verano hasta 1952, cuando la sucesión lotea los
terrenos colindantes y dona la propiedad a la Municipalidad de Ñuñoa, quien la
destina como Casa de Cultura y Biblioteca Municipal, labor que cumple exitosamente
hasta hoy.
El antiguo parrón y uno de los conservatorios de cristal de Santa Julia. Fotografías en Walton, J. Álbum de Santiago y vistas de Chile, 1915. |
La familia Alessandri Altamirano en la terraza posterior de la casa, 1943. Fotografía gentileza de la Biblioteca Municipal de Ñuñoa. |
Mientras el sector central de la comuna seguía urbanizándose,
la zona cercana a la Avenida Matta perdía
ese aire rural ante la construcción de nuevos edificios y la aparición de la moderna
Estación Ñuñoa, una parada del ferrocarril del valle del Maipo, fundamental
para el traslado de pasajeros y productos agrícolas a inicios del siglo XX.
En las inmediaciones se encontraba una pequeña quinta entre la
antigua calle Santa Emma, Seminario, Yrarrázaval y San Eugenio, que pertenecía
a Críspulo Mujica, un importante latifundista con diversas propiedades en la
zona centro sur de Chile. A inicios de 1900 encargó la construcción de una
llamativa residencia para vivir con su familia, la que desde un principio llamó
la atención por su elegante arquitectura y emplazamiento. Desafortunadamente el
propietario no alcanzó a ver su casa terminada, siendo su mujer Virginia Valenzuela junto a su hijo Octavio,
los encargados de finalizar los numerosos detalles ornamentales.
La casa Mujica hacia 1920. Fuente: La Tercera
|
El inmueble tenía tres niveles más un piso zócalo destinado
al servicio y cocheras. El acceso se realizaba subiendo por una escalera
lateral abalaustrada, donde una puerta de madera protegida por una marquesina
de fierro, daba paso a un pequeño vestíbulo que desembocaba en un hall de doble
altura. Desde este espacio se distribuían los salones más importantes, salitas
y dos galerías, una hacia la calle San Eugenio y otra que daba al jardín, donde se ubicaban los dormitorios
de Virginia Valenzuela, Octavio Mujica y el departamento privado de Osvaldo,
otro de los hijos.
A través de una escalera oculta por una puerta en el
vestíbulo, se llegaba al segundo nivel que era un volumen rectangular donde se
ubicaron los dormitorios de la familia de Oscar Mujica, algunos baños y el
acceso al mirador del tercer nivel.
Tras la muerte de Virginia Valenzuela en 1936, la casa pasa a
su hijo Osvaldo cuyos descendientes la conservan hasta 1997, cuando ya el
jardín había desaparecido por la expansión de la Avenida Grecia, y los aires
aristocráticos de Ñuñoa se habían esfumado, de la misma manera que la juventud
abandonaba a su última propietaria: Elvira Urzúa.
El mito se apoderó de la mansión cuando fue desocupada en
espera de un arrendatario, no faltaron
quienes dijeron que estaba embrujada por el peculiar aspecto que toma la
arquitectura en decadencia, y su silueta
se convirtió en todo un hito que daba la
bienvenida a la comuna de Ñuñoa. La
fantasía terminó el año 2005, cuando un dudoso incendio devoró la sombría casa
hasta sus cimientos.
A principios del 1900 las comunas de Providencia y Ñuñoa
experimentaron un crecimiento explosivo con características urbanas mucho más
libres, basadas en una búsqueda por alcanzar el bienestar y la comodidad de los
habitantes, ofreciendo además un mayor número de áreas verdes donde
desenvolverse, proceso conocido en Chile como movimiento hacia la “Ciudad
Jardín”.
Estas tendencias fueron aplicadas en ambas comunas con
algunas diferencias: mientras que Providencia privilegió una refinada concentración
urbana mucho más compacta y homogénea, con grandes parques y calles que
alternaban edificios para departamentos y residencias unifamiliares, en su
mayoría sin grandes jardines; la comuna de Ñuñoa ofreció un desarrollo urbano
expansivo, con amplios accesos y generosos terrenos para la construcción de
viviendas, en un ambiente donde aun era posible respirar la ruralidad. Estas
características ayudaron a la aparición de singulares propuestas
arquitectónicas, basadas en la tipología de las grandes villas semi rurales,
que incluían una gran casa para la familia, cocheras, portería, un huerto y
amplios jardines. Las edificaciones se alejaron del neoclásico, buscando nuevos
modelos en las variantes del estilo italiano o tendencias historicistas, donde
los grandes aleros, porches, galerías, ventanas, arcos y miradores, se relacionaban mucho más a esa necesidad de
vivir cómodamente entre la naturaleza.
La avenida Yrarrázaval se convierte en un eje inmobiliario
importante, ofreciendo buenos sitios para la construcción que se hacen más
atractivos tras el adoquinado de la calle y la aparición de los tranvías
eléctricos que circulaban hasta el sector de Los Guindos, lugar donde se
encontraba la estación terminal.
Aspecto del exterior e interior de la casa principal de la Chacra Los Maitenes de Los Guindos de Ñuñoa. Fotografía en Walton, J. Album de Santiago y Vistas de Chile. 1915 |
Las inmediaciones de la Plaza Ñuñoa, junto con los sectores
de San José y Cañas, sufren un auge impulsado por algunas sociedades que se
dedican especialmente a adquirir terrenos y edificarlos, para venderlos luego a
precios muy convenientes a las nuevas familias que llegan a la comuna. Surgen
también muy buenos exponentes residenciales que simples en su composición,
llenan de atractivo las calles por su arquitectura ecléctica llena de
interesantes detalles. Ejemplo de esto era la “Villa Luisa Marta” ubicada en la
calle Manuel Montt 2328 (demolida), una casa quinta de un piso, con elementos
de tendencial oriental, cuyo mayor encanto se encontraba en el portón de
acceso, hecho en ladrillo y piedra, con una puerta circular que recuerda los
cierres de algunos jardines de la china imperial.
Portón de la Villa Luisa Marta. Fotografía en: (1) |
Mucho más severas eran las líneas clasicistas de la
denominada “Villa palladiana” en la avenida Yrarrázaval 849. La casa se elevaba
sobre un zócalo de servicio y estaba rodeada íntegramente por un corredor con columnas; el elemento más interesante era su pórtico
de acceso antecedido por una escalinata imperial protegida por dos leones, los
mismos que hoy vigilan pintados de un falso bronce, la entrada del edificio de
departamentos que reemplazó a este icono de la comuna en 2006.
Exceptuando esta arquitectura un poco más ceremoniosa, las
edificaciones de inspiración inglesa construidas en madera, con altas
techumbres, torres y amplios pórticos parecen haber sido el exponente típico de
la comuna en esta primera etapa constructiva. Ejemplos de esto son las viejas
casas ubicadas en la calle Dublé Almeyda 3114 y 3418, también una singular casa
quinta victoriana en la esquina de Yrarrázaval y Angel Pino, hoy convertida en
venta de autos; las casas-quintas de la avenida Macul ocupadas por la UMCE, el
desaparecido chalet de la riquísima heredera Adriana Cousiño (demolida), y una pequeña vivienda de madera en la calle
Capitán Fuentes transformada en restaurant, que data de 1910 según constata una
publicidad de ese año, de donde se desprende además que el terreno
originalmente se extendía hasta la avenida Yrarrázaval, y era vendido en
$43.000.
Casas de estilo inglés construidas en madera y adobe en la calle Dublé Almeyda 3114 y 3418 (en demolición). Fotografía Google maps. |
Hacia la década del ’20 las viviendas victorianas de madera
comienzan a ser reemplazadas por unas de carácter mucho más refinado, con
predilecciones estilísticas marcadas que tienden al historicismo. Ya Ñuñoa no
es un lugar de quintas de agrado, sino que se ha transformado en una comuna con
residencias permanentes y vecinos estables, habitantes de los barrios que
proliferan mayoritariamente en la Población Cañas, San José y las inmediaciones
de la plaza Ñuñoa, la que en esa época ya cuenta con jardines, un orfeón,
piletas y escaños. Contribuía también al
atractivo del sector, la presencia de la nueva Iglesia de la Virgen del Carmen
–obra de Eugenio Joannon- y que vino a reemplazar la vieja ermita de adobe que
no había variado mucho desde sus inicios en 1662.
El paseo diario de los Ñuñoinos a la plaza se realizaba desde
las vías aledañas que habían comenzado a llenarse de pretenciosas residencias
en su mayoría de estilo español, italiano y variantes del Tudor, todas con
amplios jardines y cierres de madera bajos. La mayoría de las calles no estaban
adoquinadas, tenían acequias y algunos árboles; el pasar de ciertos personajes
populares como afiladores, vendedores de motemei, lecheros, faroleros y
carretas, contribuía a dar un aspecto de tranquilidad rural que tanto gustaba a
los vecinos, y la presencia de algunos pocos locales comerciales ayudó a
generar una dinámica de barrio muy interesante que traspasó generaciones.
El edificio consistorial de la Municipalidad de Ñuñoa en la década del '40. Fuente: Educarchile.cl - La Plaza de Ñuñoa en la década de 1930. En Álbum Comuna y Hogar, 1933. |
La Plaza de Ñuñoa en la década de 1930. En Álbum Comuna y Hogar, 1933. |
La Plaza Ñuñoa nevada y la iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Ñuñoa, construida por el arquitecto Eugenio Joannon (1924-1928) |
Calles como Manuel de Salas, Ricardo Lyon, Manuel Montt,
Chile España, Luis Pereira, Bayona, Holanda y Suecia fueron ocupadas por
grandes residencias. También José Domingo Cañas, donde proliferaron casas de
variados estilos, que hasta hoy- a pesar de la depredación- siguen exhibiendo
en algunas cuadras, casas con
pintorescos torreones, patios andaluces, pórticos abalaustrados, altas
mansardas y balcones de madera. El loteo de la vieja chacra Lo Valdivieso en
las inmediaciones de la Avenida Grecia, permitió inaugurar en 1938 el Estadio
Nacional de Chile, importante eje deportivo que se convirtió en un icono
comunal, en cuyos límites comenzaron a levantarse también espaciosas casas de
estilo neoclásico.
Es el caso de la población de empleados públicos y
periodistas que se ubica en la calle Nuñez de Arce, un conjunto habitacional de
albañilería de ladrillo construidas por el arquitecto Miguel Browne en 1928,
quien toma los conceptos de ciudad jardín para trazar la calle con gran
perspectiva, incluir árboles y espacios comunes, además de la construcción de
casas pareadas bien distribuidas con la ventaja de tener cada una un pequeño
antejardín.
Similar estructura tiene el barrio Elías de la Cruz,
construido ese mismo año para la Caja de ahorro de empleados públicos, por los
conocidos arquitectos Wenceslao Cousiño y Teobaldo Brugnoli. La manzana fue dividida por una calle en
diagonal con una plazoleta al centro, desde donde emergen cuatro vías de gran
perspectiva. Las casas unifamiliares de dos niveles, juegan con modelos
estucados y con albañilería a la vista, alivianándose con balcones, techos a
dos aguas y grandes ventanas que dejan a la vista la caja de la escalera,
generándose viviendas luminosas y que conviven armoniosamente con el entorno.
El arquitecto Luciano Kulczewski dejó también su herencia
social en Ñuñoa, construyendo en 1927 una sencilla población para suboficiales
de la Escuela de aplicación de Caballería, que con tres tipologías de vivienda
y pequeños guiños art deco en la fachada, logró convertirse en un icono de la
vivienda social del siglo XX, cualidad que le permitió ser declarada Zona
típica por el Consejo de Monumentos Nacionales el 2007.
Barrio Elías de la Cruz. Fotografía Google maps. |
Población para suboficiales de la Escuela de aplicación de Caballería. |
La aparición de estas sencillas viviendas sociales contrasta
fuertemente con el resurgimiento de un tipo de vivienda unifamiliar elegante y
de grandes proporciones, que invadirá con su silueta historicista algunas
manzanas de la ajetreada avenida Yrarrázaval.
En 1924 el respetado arquitecto Josué Smith Solar es el
encargado de idear los planos de una magnífica residencia en la Avenida
Yrarrázaval 3752. La generosidad del terreno le permitió desarrollar una
construcción ambiciosa con marcada tendencia hacia lo Tudor, muy similares a
las que realizaba su maestro Teophilus Chandler para los millonarios de Estados
Unidos, y que Smith reinterpretó en Chile con gran aceptación y excelentes
resultados.
El mandante era nada menos que don Pedro Torres Ibieta, un
rico hombre de negocios de Valparaíso que ejercía como Presidente del Banco de
Chile y director de otras tantas instituciones bancarias; reconocido además por
ser el impulsor de la construcción del Teatro Central, una de las salas de
conciertos más importantes del país.
Al centro de un hermoso parque con grandes árboles, Smith
Solar levantó una edificación de concreto armado de más de mil metros
cuadrados, con dos niveles más una alta techumbre. El estilo Tudor fue realzado
por el cuidadoso tratamiento de los muros con albañilería a la vista y estuco,
la incorporación de paneles vidriados, techos a dos aguas con decorativos
enmaderados, un torreón, diversa herrería ornamental y altas chimeneas que
sobrepasaban la cubierta de tejas de cedro.
Pedro Torres Ibieta (Fotografía de Francisca Undurraga E.) |
El ingreso se realiza por una gruesa puerta de madera enmarcada
por un amplio arco ojival decorado con una heráldica. Tras una mampara se
encontraba un vestíbulo rectangular decorado con fina yesería, chimenea y un relieve con la imagen de San
Jorge matando al dragón. En un extremo la presencia de pilares de madera
permite ver la caja de escalera, y un arco ojival da paso al gran hall. Es este
espacio el que sin duda llama más la atención porque encierra en sí mismo todos
los preceptos de la arquitectura Tudor, desarrollándose en doble altura, con
altos paneles de madera oscura sobre un fondo de yeso blanco que se eleva hasta
un cielo abovedado decorado con gruesas vigas de roble. El lugar se ve complementado por una alta
vidriera con los característicos vitrales romboidales, pequeñas ventanas
interiores, un balconaje tallado que recorre todo el muro norte, una chimenea
de tintes medievales y la peculiar presencia de un pequeño altillo para la
orquesta, que se ubica en el saliente que forma la torre de la fachada.
Inmediatamente desde el hall se tiene fácil acceso a tres
salones de importancia, dos de ellos completamente enmaderados y con chimeneas
muy decorativas. Desde estos espacios se desprenden pasillos, corredores y
pasadizos semi ocultos entre los enmaderados, que conducen a otros pequeñas
salitas de recepción, baños, escaleras secundarias, patio de luz, las dependencias de servicio ubicadas en el
subterráneo y algunos departamentos privados de los hijos del señor Torres, que
tenían acceso independiente a través de los pórticos ubicados en cada extremo
del inmueble.
En el segundo nivel un largo corredor con vista al hall
distribuía los dormitorios principales, con sus respectivas salita y baños.
Pequeñas puertas daban paso a las buhardillas que se originaron casi
naturalmente gracias a la altura de la cubierta, y permitía además tener acceso
a generosas terrazas.
La propiedad contaba con un enorme parque con espejos de
agua, parrones, zonas de descanso y una piscina. En él se ubicaron
estratégicamente dependencias de servicio, cocheras, una casa secundaria y un
pabellón de portería en la esquina de Brown
Sur con Yrarrázaval, donde se situó un portón de fierro para el ingreso de
coches.
La chimenea decorada con bustos y el enmaderado de este salón son un elemento común en la casa Torres. La excelente factura y la calidad de los detalles ornamentales son un sello distintivo en la obra de Smith Solar. Fotografía de los autores, 2013. |
Parecen haber sido los problemas económicos de los
descendientes del señor Torres, los que obligan a lotear la extensa propiedad
en 1947. Ese mismo año el emblemático Liceo Experimental Manuel de Salas de la
Universidad de Chile, decide comprar un pequeño terreno en el número 3780 de la
avenida Yrarrazaval para instalar las nuevas dependencias de la institución.
La necesidad de contar con un edificio más grande, lleva a su
directora Florencia Barrios Tirado a convencer a las autoridades de comprar la
propiedad vecina que incluía la mansión Torres y su parque, adquisición que se
concreta en 1948. La ceremonia de inauguración estuvo encabezada por los
directivos del liceo, el Presidente Gabriel González Videla y el rector de la
Universidad de Chile, Juvenal Hernández.
El liceo paulatinamente comenzó a ampliar sus dependencias,
pero tuvo el cuidado necesario de respetar el estilo original de todo el
conjunto, impregnando en las nuevas edificaciones todos los elementos de esa
etapa de la arquitectura inglesa. Destinó entonces la mansión de don Pedro
Torres a oficinas administrativas, las mismas que hoy viven un proceso de restauración
a raíz de los daños ocasionados por el terremoto de 2010; y que esperan
recuperar su esplendor para seguir vigilando la labor docente de uno de los
centros educacionales más importantes del país.
Aspecto de un día de recreo en el parque del Liceo Manuel de Salas. Fotografía de la revista Life, gentileza de Alejandro Zúñiga, docente del Liceo Manuel de Salas. |
Un poco más al oriente, en un extenso paño en la esquina de
calle Ortúzar, se construirá otra mansión historicista que hasta el día de hoy
es admirada por su encantadora prestancia. La obra fue construida por los
conocidos arquitectos Rigoberto Correa y Esteban Barbieri, atendiendo el
encargo que hiciera don Joaquín García Carro, un prestigioso comerciante de
origen español, dueño junto a su hermano Severino, de la emblemática tienda Los
Gobelinos, una de las más exclusivas de Santiago.
La casa García. Fotografía M. Rojas, 2013 |
Entre los años 1925 y 1931 se extendieron los trabajos para
levantar una singular mansión que siguió los lineamientos del denominado
“estilo sevillano”, impuesto en España a principios del siglo XX por el
arquitecto Juan Talavera Heredia, quien se hizo conocido por reinterpretar la
estética neo barroca impregnándole una fuerte tendencia andaluza.
La villa sevillana de Talavera está presente en la silueta de
esta casa de Ñuñoa, cuya sobria fachada es decorada por vitrales, herrería,
azulejos y un infaltable torreón mirador.
El inmueble está rodeado de un hermoso parque, con viejos
árboles y una infinidad de elementos decorativos, como piletas, un pozo,
jarrones y asientos de concreto, todos decorados con finos azulejos traídos de
España.
El acceso se hace por un pórtico al poniente del edificio,
donde una puerta avitralada permite ingresar a un ancho pasillo que desemboca
en un hall cuadrado, con columnas y un juego de desniveles, que permite
distribuir mediante corredores, las distintas estancias de la mansión. Al
poniente un baño decorado con finos azulejos aun se conserva casi intacto, así
como también el viejo escritorio, enmaderado completamente. Un remate curvo
hacia el norte resguarda la caja de escalera, con gradas de mármol blanco e
iluminada por un colorido vitral modernista fabricado por Enzo Dell’Orto. Hacia
el sur, la fina herrería de una verja permite ingresar a un saloncito neogótico
enmaderado a media altura, realzado por una decorativa chimenea de piedra verde
y fino mobiliario.
Reconstrucción de la planta principal de la casa García. Diseño: Fernando Imas y Mario Rojas, Estudio Brügmann. 2013 |
La casa se desarrolla hacia el oriente a través de una
luminosa galería con puertas hacia el corredor exterior e ingreso al salón
principal: un espacio de grandes dimensiones, ornamentado por yesería
neoclásica y pilastras, rematado al norte por un bow-window con vitrales; que
resguarda aun la prestancia de sus mejores años.
La galería sirve de acceso también a la zona de servicio en
el subterráneo, cocinas, despensa y una escalera secundaria. Al fondo, una gran
puerta da paso al antiguo Comedor, que sorprende aun por el hermoso trabajo de
tallado de sus paneles neo renacentistas, la decorativa yesería del cielo, una
consola de mármol italiano empotrada y el remate curvo de la sala, iluminada
por grandes vitrales.
Joaquín García junto a sus nietos. Colección particular. |
El último salón es de grandes dimensiones, está decorado por
un enmaderado a media altura de tonos oscuros, el mismo que envuelve las
gruesas cornisas de yeso que tanta solemnidad otorgan a la que fuera
presumiblemente la sala de billar de la casa. Los vitrales de algunas ventanas
dejan ver el parque, y una puerta discreta permite salir a la terraza
principal, en cuyo centro se ubica una gran pileta.
El segundo nivel estaba destinado a los dormitorios,
departamentos privados, baños y salitas, además del acceso a la torre, desde
donde se obtenía una vista completa de la incipiente comuna de Ñuñoa, en ese
entonces rodeada de chacras y sembradíos; y hoy cercada por altos edificios de
departamentos, que se aproximan peligrosamente a este inmueble histórico, que
pertenece a la Municipalidad de Ñuñoa desde que la familia García lo vendiera
en 1966.
Fue ocupado entonces para la realización de los actos
solemnes del Municipio, y desde 1988 funciona en ella la Corporación Cultural
de Ñuñoa, importante entidad que imparte cursos, talleres y mantiene una
agitada agenda que recoge los más significativos aportes del mundo artístico
para entregárselos de forma gratuita a todos los ñuñoinos.
El salón principal es un espacio de grandes dimensiones, decorado profusamente y que aun conserva algunos de los elementos ornamentales originales. Fotografías de los autores, 2013. |
El castillo Ortúzar en 1970. Fotografía en (2) |
El edificio fue construido en 1929 por los arquitectos Correa
y Barbieri, a petición del conocido abogado y Presidente del Consejo de Defensa
del Estado, don Eugenio Ortúzar Rojas. Los profesionales idearon una severa
mansión de líneas Tudor que incorpora en su fachada ventanas con arcos
ojivales, heráldicas, una alta techumbre de tejas y la presencia de un torreón
con almenas medievales.
La distribución interior es muy parecida a la contigua casa
García, pues parecen haber sido construidas en forma paralela siguiendo los
mismos parámetros de una villa europea
de los años treinta. El ingreso se hace a través de una puerta gótica de madera
que desemboca en un largo pasillo con arcos ojivales iluminado al fondo por un
vitral con la figura de un caballero medieval; hacia el sur, se ubica una
pequeña salita de espera completamente enmaderada, con parquet y una chimenea
de piedra, la que además aun conserva el fino mobiliario original de la
mansión. Frente a esta sala, las gradas de mármol permiten subir a una
especie de diminuto hall resguardado por un balconaje de fierro y bronce, desde
donde se tiene acceso a la caja de la escalera y el antiguo escritorio del
señor Ortúzar.
Hacia el oriente, un amplio corredor distribuye los salones
más importantes: El primero de ellos es una sala de estilo francés con columnas
jónicas que enmarcan el remate curvo iluminado por ventanas con vitrales.
Fachada principal del castillo Ortúzar en la década de 1960 y el 2013. Fotografías en: Revista de carabineros. Nº 85 may 1962. - Autores, 2013. |
El pórtico de ingreso y la galería central de la mansión en la década de 1960. Fotografías en Revista de carabineros. Nº 85 mayo 1962. |
Reconstrucción de la planta principal de la casa Ortúzar. Diseño: Fernando Imas y Mario Rojas, Estudio Brügmann. 2013 |
Contiguo a este espacio se encuentra un Jardín de Invierno
iluminado por amplias ventanas ojivales y decorado con azulejos a media altura,
treillages, puertas de fierro forjado y una pileta empotrada al muro. Más al
oriente, los servicios, cocina y escalera secundaria, dan paso a una puerta
corrediza de madera tallada íntegramente con motivos goticistas. Es la entrada
al antiguo Comedor, cuyo cielo aun conserva las pinturas del artesonado, el
parquet, los enmaderados, vitrales y la consola de mármol empotrada.
La galería que distribuye todas estas salas, sirve de salida
a la terraza –hoy modificada- desde donde se tiene una completa vista de la
avenida Yrarrázaval, entre grandes árboles y el ruido tranquilizador de una
hermosa pileta, en cuyo centro se ubica la figura de fierro de una mujer
danzante, custodiada por cuatro querubines que arroja agua. Éstas piezas tienen especial importancia,
pues pertenecieron al jardín del palacio Pereira, y son
junto a la figura de una mujer con antorcha, y otras esculturas que se
encuentran en el Club de la Unión; uno de los últimos vestigios del preciado
conjunto artístico y mobiliario de esa histórica mansión. (más información en: http://brugmannrestauradores.blogspot.com/2011/09/palacio-pereira-la-ruina-mas-suntuosa.html)
Al segundo nivel se accede por una escalera de mármol iluminada
por ventanas ojivales, desde el cielo pende una lámpara de fierro que deja ver
un hermoso plafond de corte romántico. Un vestíbulo distribuye las salitas,
baños y dormitorios de la familia, que cuentan con balcones y amplias terrazas
privadas. La casa originalmente estaba
inmersa en un gran parque que ocupaba la mitad de la manzana, con altos árboles, senderos, piletas y un pabellón de portería; que fue
posteriormente loteado para construir un conjunto habitacional.
Una de las lámparas de la mansión. Foto: Imas, 2013 |
El jardín de invierno, el corredor central y la sala de música componen los espacios principales del primer nivel. Fotografías de los autores, 2013. |
El antiguo Comedor de la casa Ortúzar fue utilizado como sala de clases en tiempos del instituto de carabineros y hoy sirve como escritorio para el Director de Educación, doctrina e historia de Carabineros de Chile. Fotografía de los autores, 2013.
|
Distintos detalles ornamentales del castillo Ortúzar. Fotografías de los autores, 2013. |
Al segundo nivel se accede a través de una escalera de mármol blanco, decorada con pasamanos de bronce y hierro, además de un colorido planfond en el cielo. Fotografías de los autores, 2013. |
Primer curso femenino de jóvenes aspirantes a carabineros, en la terraza del castillo Ortúzar. Fotografías en Revista de carabineros. Nº 88, 1962. |
Calle Gerona hacia avenida Holanda. Foto: Imas, 2008 |
Casas en estilo sevillano, Inglés y Tudor, en la calle Gerona y Holanda convivieron hasta la demolición de todas ellas en 2010. Fotografía de los autores, 2008 |
Casas de estilo ecléctico con reminiscencias coloniales y españolas en la calle Gerona. Fotografías de los autores, 2008. |
Detalle de la fachada e interior de la casa ubicada en Gerona 3403, hoy demolida. Fotografía de los autores, 2007. |
Demolición de inmuebles en la calle Gerona. Fotografía de los autores, 2008. |
Luis Arrieta Cañas, Alcalde de Ñuñoa 1900-1912 |
“Ñuñoa es,
hoy por hoy, uno de los centros más destacados de la capital. La naturaleza que
desborda por sus múltiples avenidas, emulando con sus atrayentes jardines a la
gracia y donaire que hoy corre por Providencia y el Golf. Numerosas quintas de
recreo, villas particulares, paseos donde las flores surgen con soberbia
vistosidad, hacen de Ñuñoa un triángulo de atracción indiscutible a los miles
de turistas que visitan Santiago. Esto es Ñuñoa, una hermosa ciudad jardín
dentro de otra, cuyo progreso inminente se debe al impulso de sus alcaldes. El
primero de ellos –don Luis Arrieta Cañas- comenzó la obra, obra heroica que han
sabido sostener sus sucesores y que ha podido agigantar, con fe inalterable, don
José María Narbona, actual alcalde de la floreciente villa de Ñuñoa”.
En: Mendez C., A. Ñuñohue. Revista en Viaje, n°195. Enero 1950. Pág. 28
La segunda mitad del siglo XX marca un auge importante para
Ñuñoa, consolidándose como una comuna heterogénea donde la arquitectura jugará
un papel importante que cohesionará distintos barrios. Las casas de tono
andaluz que albergan a vecinos adinerados en calles como Jorge Washington,
Holanda, Brown Norte o Gerona, convivirán con edificaciones de corte art deco
que será el favorito de vecinos nuevos que basan su prosperidad en el comercio
de la misma comuna. El neoclásico no pierde fuerza tampoco, la casa del
Presidente González Videla en calle Pedro Torres es un buen ejemplo, así como
también otra cercana a la plaza Egaña hoy ocupada por el SII.
Tampoco el modernismo perderá presencia, y en sectores como la Avenida Campo de Deportes, José Domingo Cañas e Yrarrázaval, aparecen los primeros ejemplos de residencias “tipo barco”, cuya simple silueta demostrará que la comuna avanza a la par del mundo. En la década del ‘60 la remodelación del Estadio Nacional para ser sede de la Copa de Futbol de 1962, insta a las autoridades a ver la posibilidad de eliminar los sitios eriazos que afeaban los alrededores del recinto deportivo, y crear de paso una silueta progresista que reflejara la modernidad chilena. Por este motivo se emprende la gigantesca tarea de construir un conjunto habitacional enorme bajo los conceptos de una arquitectura racionalista con un marcado carácter social, que albergara en un principio a las federaciones y turistas asistentes al evento; y luego fuera hogar para las numerosas familias que buscaban una vivienda digna en esos ajetreados años del Rock&Roll. La urbanización mezcló torres de 15 pisos, edificios de departamentos simplex o dúplex, y casas; siendo con los años conocida como Villa Olímpica, la misma que por su importancia, emblemática presencia, identidad y arquitectura fue declarada Zona Típica por el Consejo de Monumentos Nacionales en 2010.
Conjunto de casas en estilo neoclásico en la calle Crescente Errazuriz esquina Campos de Deportes - Casa estilo neoclásico francés en calle Crescente Errázuriz. Fotografía de los autores, 2013 |
Casa "barco" en la avenida Campos de Deportes y casa neoclásica en la calle Crescente Errázuriz- Fotografía de los autores, 2013 |
Detalle de jardín y terraza lateral de casa neoclásica en la calle Crescente Errázuriz. Fotografía de los autores, 2013 |
Tampoco el modernismo perderá presencia, y en sectores como la Avenida Campo de Deportes, José Domingo Cañas e Yrarrázaval, aparecen los primeros ejemplos de residencias “tipo barco”, cuya simple silueta demostrará que la comuna avanza a la par del mundo. En la década del ‘60 la remodelación del Estadio Nacional para ser sede de la Copa de Futbol de 1962, insta a las autoridades a ver la posibilidad de eliminar los sitios eriazos que afeaban los alrededores del recinto deportivo, y crear de paso una silueta progresista que reflejara la modernidad chilena. Por este motivo se emprende la gigantesca tarea de construir un conjunto habitacional enorme bajo los conceptos de una arquitectura racionalista con un marcado carácter social, que albergara en un principio a las federaciones y turistas asistentes al evento; y luego fuera hogar para las numerosas familias que buscaban una vivienda digna en esos ajetreados años del Rock&Roll. La urbanización mezcló torres de 15 pisos, edificios de departamentos simplex o dúplex, y casas; siendo con los años conocida como Villa Olímpica, la misma que por su importancia, emblemática presencia, identidad y arquitectura fue declarada Zona Típica por el Consejo de Monumentos Nacionales en 2010.
Vitral del castillo Ortúzar. 2013 |
Barrios históricos de la primera etapa residencial
convivieron de forma armoniosa con otros muchos más modernos, heterogéneos y en
constante movimiento. La forma de vida de toda una generación se concentró en los
parques, plazas y jardines de muchas casas que ven hoy en la presencia de grúas
y camiones, el fin de toda una etapa de la historia comunal, y lo más
importante, de la calidad de vida de una de las comunas más apacibles de
Santiago. Atrás quedan los juegos, los paseos, los negocios de esquina y los
jardines; las calles se llenan de apurados automovilistas, basura y la
cordillera se pierde tras moles de concreto sin estética, hechas en serie para
nuevos habitantes que sólo buscan un hogar de paso, y no se relacionan con su
entorno. Ñuñoa se pierde, parece que ninguna iniciativa ha servido para frenar
el descalabro.
Como consuelo de los tontos nos queda pensar que esto no es
culpa de los Ñuñoinos, sino que es un problema nacional que ve en el progreso
la destrucción de su historia, y en la plata, la mayor de las tentaciones que
no conoce de valores. Cuando Chile esté sumido en el grisáceo concreto de su
codicia, añoraremos a la distancia ese idílico rincón de flores amarillas que
los nativos conocieron como Ñuñohue…
Fernando Imas Brügmann
Mario Rojas Torrejón
Si tienes algún aporte fotográfico o anécdota familiar, escríbenos a: contacto@brugmann.cl
Agradecemos por la ayuda para poder realizar esta investigación a:
General José Abarca Latorre, Director de Educación, Doctrina e Historia de Carabineros de Chile.
Shirley Duncan, Castillo Ortúzar- Corporación Cultural de Carabineros
Rodrigo Cathalifaud, Palacio García- Corporación Cultural de Ñuñoa
Alejandro Zúñiga, Docente Liceo Manuel de Salas
Hermann Sepúlveda Torres, fotografías casa Mujica
Bibliografía
Walton, J. Álbum de Santiago y Vistas de Chile. 1915
Urzúa, A. Chile Agrícola. 1926
(1) Boza, C. Duval, H. Inventario de una arquitectura anónima. Editorial Lord Cochrane, 1982
Álbum Comuna y Hogar, 1933.
(2)Revista de carabineros. Nº 85, 1962.
Revista de carabineros. Nº 88, 1962.
Mendez C., A. Ñuñohue. Revista en Viaje, n°195. Enero 1950
Pérez de Arce, M. Smith Solar & Smith Miller, arquitectos. 2011
Fernando Imas Brügmann
Mario Rojas Torrejón
Si tienes algún aporte fotográfico o anécdota familiar, escríbenos a: contacto@brugmann.cl
Agradecemos por la ayuda para poder realizar esta investigación a:
General José Abarca Latorre, Director de Educación, Doctrina e Historia de Carabineros de Chile.
Shirley Duncan, Castillo Ortúzar- Corporación Cultural de Carabineros
Rodrigo Cathalifaud, Palacio García- Corporación Cultural de Ñuñoa
Alejandro Zúñiga, Docente Liceo Manuel de Salas
Hermann Sepúlveda Torres, fotografías casa Mujica
Bibliografía
Walton, J. Álbum de Santiago y Vistas de Chile. 1915
Urzúa, A. Chile Agrícola. 1926
(1) Boza, C. Duval, H. Inventario de una arquitectura anónima. Editorial Lord Cochrane, 1982
Álbum Comuna y Hogar, 1933.
(2)Revista de carabineros. Nº 85, 1962.
Revista de carabineros. Nº 88, 1962.
Mendez C., A. Ñuñohue. Revista en Viaje, n°195. Enero 1950
Pérez de Arce, M. Smith Solar & Smith Miller, arquitectos. 2011
Se prohibe la reproducción parcial o total del artículo. Derechos de propiedad intelectual protegidos en safeCreative.
13 comentarios:
Pertenezco a la familia Balmaceda y Quinger que vivieron en Gerona. Alli crecieron mis hijos. Hermoso barrio, excelentes vecinos. Hace poco pasé por la calle Gerona y me dió pena verla ¡qué cambio! Buen relato y triste verdad.
Felicitaciones por tan detallado y profundo reportaje. Ñuñoa pierde día a día bajo el martillo de las pésimas políticas urbanas e inmobiliarias inescrupulosas su carácter de comuna apacible y acogedora. Las casas y los barrios son algo sumamente distintivo de esta comuna que no volverán.
Soy testigo de comolas inmobiliaras han "destruido" mi barrio (josé manuel infante- domingo cañas) construyendo torres de hasta 20 pisos, en este sector la municipalidad no pone limites de altura a los edificios, cada vez son menos las casas de valor patrimonial que quedan, algunos vecinos se ven obligados a vender tambien por el alto costo de mantencion, ya que muchos son adultos mayores jubilados..
Felicitaciones por el excelente reportaje,hay material espectacular, como ese plano de las propiedades rurales.Saludos.
Felicitaciones es un deleite disfrutar de un buen reportaje.
Muy interesante el reportaje. Les dejo otro blog para que sigan la historia del barrio Suárez Mujica en Ñuñoa.
http://barriosuarezmujica.wordpress.com/
Saludos.
Muy interesante artículo, gracias.
Una pequeña corrección: lo que va quedando de la Fundación Arrieta está en Américo Vespucio con José Arrieta, no con Orientales como dice en el texto.
Saludos
Hola, felicitaciones por el excelente artículo y además por reflejar un poco de la historia urbana de nuestra ciudad. Quisiera hacerles una pregunta. Cuando hablan de la población San José, a qué sector se refieres?
Esto lo pregunto, porque estoy haciendo una investigación del barrio el aguilucho, y he encontrado poca info.
Se agradecería cualquier info qu ,e pudiesen entregar.
Atte
Rayen
Interesante artículo. Sólo una pequeña rectificación, el edificio antiguo del Manuel de Salas (del cual soy ex alumno) no fue hecho de concreto armado, sino (aunque pueda parecer increíble) de una estructura interna de roble americano y adobe (tengo fotos que tomé el año pasado cuando visité la reconstrucción, pero no sé cómo enviarlas).
Muy interesante el artículo.
Sobre la POBLACION SAN JOSE, habia unas casas en Alonso de Ercilla, entre Suecia y Espronceda que llamaban Población San Josè. Eran de ladrillo, patio interior, sin jardin externo. Ahora no estàn las que conocí (hay dos edificios en altura), aunque en el barrio siguen existiendo algunas parecidas. Por la cercanía con la Iglesia Santa Gemita podrian corresponder a lo que se señala en el texto. El resto son más bien chalets, aunque quizàs antes fueron viviendas obreras.
Estimados, excelente artículo, solo basto nombrar o hacer mención a la casa quinta de don Gabriel Gonzalez Videla y su sra Mitty ubicada en Pedro Torres,. la cual fue demolida sin ningún criterio; aumentando solamente las arcas de sus descendientes que no tuvieron ningún respeto por la historia.
Buen material y excelente recopilacion fotografica. Queria mencionar que hay una casa en la calle Exequiel Fernandez numero397, entre Jose Domingo Cañas y Eduardo Castillo Velasco que tambien es muy antigua y no ha sufrido grandes cambios en el tiempo. Esta pertenecio a las familias Torres-De Castro y Leschot-De Castro y cuando fue vendida hace pocos años no se autorizo su demolicion debido a la antiguedad de la misma. Actualmente ahi funciona una Institucion llamada "Biblioteca Viva".
La construcción que está en la esquina de irarrázaval con Humberto Trucco es de 1929, la primera construcción de la plaza ñuñoa... hay mucha historia ahí, hasta el año 1985 fue los talleres de costura del teatro UC.1
Publicar un comentario