NOCHES EN VELA Y ENFERMEDADES ESTOMACALES FUERON LOS PROBLEMAS MÁS SIMPLES QUE DEBIÓ VIVIR EL MINISTRO A CARGO DE LAS ACTIVIDADES DEL CENTENARIO; UN ESPECTÁCULO QU DESLUMBRÓ LUJO EN 1910 Y QUE SUPO OCULTAR UNA SERIE DE ANECDÓTICAS SITUACIONES QUE PUSIERON EN JAQUE LA TEMPLANZA DEL MINISTRO.
UNA DELEGACIÓN ENTERA ATRAPADA EN UN PALACIO, LA FALTA DE SILLAS EN EL CONGRESO, Y EL TEMPERAMENTAL CARÁCTER DE UNA PRIMERA DAMA, FUERON ALGUNAS DE LAS PERIPECIAS QUE NOS RELATA EL AUTOR EN SUS MEMORIAS ÍNTIMAS, COMO FIEL TESTIGO DE LO QUE REALMENTE FUE NUESTRO PRIMER CENTENARIO.
UNA DELEGACIÓN ENTERA ATRAPADA EN UN PALACIO, LA FALTA DE SILLAS EN EL CONGRESO, Y EL TEMPERAMENTAL CARÁCTER DE UNA PRIMERA DAMA, FUERON ALGUNAS DE LAS PERIPECIAS QUE NOS RELATA EL AUTOR EN SUS MEMORIAS ÍNTIMAS, COMO FIEL TESTIGO DE LO QUE REALMENTE FUE NUESTRO PRIMER CENTENARIO.
Carlos
Morla Lynch nació en 1885 bajo el amparo de una familia de diplomáticos
chilenos residentes en Paris. Sus padres habían entablado amistad con las
grandes personalidades europeas de fines del siglo XIX, políticos,
intelectuales, músicos y artistas. El célebre escultor Rodin esculpió en mármol
el retrato de su madre –Luisa Lynch-, busto tan valioso que hoy se exhibe en el Musée de Orsay.
Siguiendo
la tradición familiar, Carlos Morla ejerció una destacada carrera diplomática,
que lo hizo recorrer el mundo y poner en marcha una afinada faceta de
periodista, que conjugó con otra de sus pasiones: la Poesía.
Fue
muy amigo de Pablo Neruda y Federico
García Lorca, lazo que contribuyó a hacer de la Embajada Chilena en España un
concurrido refugio cuando estalló la Guerra Civil en ese país, logrando gracias
a sus contactos llevar a Chile a cientos de perseguidos.
En
1910 Chile se disponía a celebrar su centenario de la república y el señor
Morla con apenas 25 años, fue nombrado Introductor (Ministro de protocolo de
los festejos) debiendo coordinar la mayoría de las celebraciones y recepciones,
así como también custodiar y atender a las diversas delegaciones extranjeras
que comenzaron a llegar en septiembre. Sin duda alguna era un trabajo en
extremo estresante, en un ambiente de
euforia era él el encargado de mantener la brillantez de los festejos, y
preocuparse de que todo estuviera en orden siguiendo el protocolo
diseñado.
Carlos Morla Lynch junto a Federico García Lorca y el embajador chileno en España, 1932. - Busto de Luisa Lynch que se expone en el Museo de Orsay. |
El
Centenario fue la ocasión especial para que Chile saliera al mundo, y
demostrara ser una sociedad moderna, próspera y sofisticada, por lo que el
Gobierno había invertido una enorme cantidad de recursos en un ambicioso plan
urbanístico de transformación de Santiago, y otra gran cantidad de dinero en
extravagancias necesarias como banquetes, recepciones y el comentado juego de coupés
construidos en Francia, tan lujosos que fueron exhibidos en el Petit Palais
antes de ser embarcados a Sudamérica.
Los
festejos pretendían terminar además con la mala estrella que se había
posicionado en los cielos, y que habían precipitado un terremoto en 1906, y lo
peor: la sucesiva muerte del Presidente Pedro Montt y su sucesor el Vicepresidente
Elías Fernánez Albano, a sólo meses de las celebraciones oficiales.
"Un nuevo gran pesar aflige al país. Cuando menos se esperaba, la muerte ha arrebatado la existencia de otro distinguido estadista y preclaro ciudadano: el Vicepresidente de la República, señor don Elías Fernández Albano" Revista Zig Zag, septiembre 1910.
Esperaban
ahora que la alta figura de Emiliano Figueroa, tan elogiada por su porte
magnífico y distinguido, no sucumbiera ante la mala racha, y Chile pudiera
celebrar sus 100 años como habían venido haciendo la mayoría de las naciones
americanas.
13
de septiembre.
Carlos Morla se dirigía agotado hacia su casa, después de despedir al
Presidente Figueroa que partía a Valparaíso, deseando sólo poder dormir. Ya en
camisa suena el teléfono y el mozo lo despierta, desesperado. “Señor Morla,
no se imagina usted lo que ha pasado..! Es atroz, horrendo e inaudito… las
delegaciones centroamericanas están atrapadas en el Palacio Nieto, porque la
servidumbre en pleno, se fue a festejar llevándose el manojo de llaves…!”.
Corriendo atraviesa la Calle Vicuña Mackenna, y en las ventanas del palacio
observa cómo sus huéspedes miran por las ventanas pidiendo ayuda. Con una
escalera que sujetan a un balcón hacen bajar a las damas y sus maridos, pidiendo
las más profundas disculpas. Por supuesto de las llaves nunca más se supo,
porque entre la bebida y los fuegos artificiales, se perdieron en algún arbusto
de la Alameda.
El
control de las delegaciones extranjeras fue un verdadero dolor de cabeza para
Morla. Tan numerosas como temperamentales, cada comisión llegó a Santiago,
debiéndose al carecer la ciudad de grandes hoteles, pedir a las más altas
personalidades de sociedad prestar sus residencias y alojar a estos
distinguidos huéspedes, a cambio de un suculento pago de 30 a 50 mil pesos.
La
gran comitiva argentina se alojó en cuatro residencias: El presidente Figueroa
Alcorta con su familia en el Palacio de María Luisa McClure de Edwards,
mientras que el resto de los concurrentes en las casas de Adela Pérez, Luis
Lagarrigue y Pilar Opazo de Noguera. La delegación Española se alojó en la
residencia de Claudio Matte; la delegación de Japón en la casa de José Ignacio
León. Los Estado Unidenses en la casa de Alejandro Fierro; Alemania en la
suntuosa residencia de Ismael Tocornal; Italia en la casa de Enrique Villegas;
Inglaterra en la fastuosa casa de Ricardo Lyon; Bolivia en la de Carlos Grez.
Brasil y México en el Palacio Meiggs; y las delegaciones centroamericanas,
menos numerosas, fueron alojadas en el gran Palacio de la familia Nieto, en
calle Vicuña Mackenna. Famosa fue esta
estadía, por el suceso antes mencionado, y por las continuas disputas entre las
señoras de los embajadores, que hicieron de la convivencia un infierno por
largos días, debiendo ser mediador muchas veces del conflicto, el citado Carlos
Morla.
Macario Pinilla enviado de Bolivia en 1910 |
La
llegada de las delegaciones fue todo un acontecimiento, y un martirio para el
Ministro. Cuando llegó el representante de Estados Unidos, Mr. White, tan
sencillo y amable, éste se perdió de su comitiva, subiendo a otro carro,
mientras la Estación Central era inspeccionada con locura para encontrarlo. La
delegación Ecuatoriana traía al arrogante ex presidente Luis Cordero, de
aguileña figura, que llamaba a Chile su segunda patria, derramando lágrimas en
cada pie de cueca e himno patrio, debiendo ser atendido por médicos en
numerosas oportunidades.
La
esperada delegación Francesa traía un espectacular jarrón sévres para intentar
compensar la falta de esfuerzo al enviar a un solo represente, Monsieur Paul
Desprez. La interesante figura del Barón de Rio Branco, representante del
Brasil, animó con su cordial conversación y su impecable sentido del humor todas las recepciones, salvando más de un
episodio desagradable. De Italia y
España, llegaron dos nobles: el Duque de Arcos con su señora, y el Marqués de
Borsarelli, ambos atendidos con especial cuidado y protocolo.
Un
exótico personaje llegó desde Japón, era el marqués de Inouyé, que fue recibido
en el Palacio de la Moneda con gran pompa y un bochorno. Al llegar, la orquesta
debía tocar el himno patrio japonés, pero no tenían partitura ni instrumentos afines, carencias
que ingeniosamente trataron de disimular tocando un improvisado himno al Japón,
tan bullicioso y horrendo que espantó a los dignatarios, pero que causó risas
en el simpático representante del país del sol naciente.
El Marques de Inoyué junto a su señora. 1910. |
Llegada de los delegados de Bélgica y Cuba a la Estación Central, señores Hector Charmanne y el Coronel Francisco de Paula Vallente. |
A
cada delegado se le asignó un secretario y acompañante, entre los más notables
miembros de la alta sociedad; que no sólo los recibían en su casa, si no que debían
agradarles y hacer entretenida su estadía, generando un gran vacío económico,
que no dudaban en aquejarle al colapsado señor Morla con numerosas cartas de
reclamo: “Su excelencia a querido lustrarse los zapatos”, decía uno… “Su excelencia ha ido por limonada
y pedido grandes banquetes” comentaba otro.
Alguno más angustiado enfatizaba “El dinero que dan no alcanza y he
desembolsado de mis rentas personales”.
Morla no podía con
tantas quejas, y pedía ayuda a su amigo el Ministro Izquierdo, quien rogaba a
sus compatriotas “Por dios, háganlo por amor patrio….”.
16
de septiembre.
Llega
la numerosa comitiva Argentina a la Estación Central. Su excelencia el
Presidente Figueroa Alcorta venía acompañado de su mujer e hija; lo seguía una
comitiva de altos funcionarios, ministros y senadores, todos con su mujer, que
según se cuenta fueron aclamadas por su belleza. Como parte del recibimiento,
el Presidente, los ministros y los altos funcionarios, fueron acompañados por ilustres miembros de la
alta sociedad, y cientos de personas que se agolparon en las cercanías de la
Estación Central para presenciar el acontecimiento. Entre las señoras estaba la
hermosa Olga Budge de Edwards, Teresa Cazotte de Concha, Elena Ross de Tocornal
y Carmen Blanco de Vergara, quienes fueron asignadas como acompañantes de la Primera Dama
Argentina, conocida por su temperamento delicado.
El
Presidente Chileno recibe fraternalmente a Figueroa Alcorta y le dice: “Ilustre mandatario argentino, has llegado a
tu patria. El suelo chileno se enorgullece de tener hoy como huésped al gran
presidente de la república hermana”, mientras inician el recorrido con el
ruido de la muchedumbre vitoreando y la música de orquesta.
Llegada de sus excelencias a la Estación Central. |
Camino
al Palacio de La Moneda van los 36 vehículos, compuestos por victorias, coches
y vís a vís. Las damas discuten con sus maridos, que entre la conmoción han
olvidado sus modales y no las ayudan a subir; mientras que otros intentan entre
la muchedumbre ordenar a los señores en sus respectivos coches, retrasando la
salida desde la estación.
Los
Oficiales del ejército y la orquesta presiden el desfile, dejando tras ellos los coches que transportan a los
ministros y senadores de ambos países
junto a sus señoras. Llama la atención Clarita la hija del Presidente
Argentino, y la popular señora de Marcó
del Pont de Rodriguez Larreta, famosa por su belleza y exuberante juego de
joyas.
Más
atrás van los altos funcionarios del gobierno, el personal del ejército y los
coches a la Daumont que llevan a los
Presidentes y sus primeras damas: Leonor Sánchez de Chile y Josefa Bouquet de
Argentina.
En
todo el trayecto la multitud agolpada en los balcones de los palacios de la Alameda, lanzan flores y
guirnaldas. En la Plazuela de La Moneda rinden honores el colegio militar
chileno y argentino, entre una multitud de banderitas de ambos países.
La Plaza de la Moneda con cientos de personas en la Ceremonia de la bendición de la bandera, 1910. |
Hay
tanta gente en la Plazuela del Palacio de La Moneda que el protocolo ya no se
aplica, debiendo hacer pasar a todos los concurrentes de una sola vez al Salón
de honor, donde disfrutan de un pequeño aperitivo. Más tarde el Presidente
Argentino es trasladado junto a su familia al Palacio Edwards en la calle
Morandé esquina Catedral.
Algunos
problemas durante la recepción tiene la Primera dama de Argentina, doña Josefa
Bouquet, conocida por su temperamento frágil y resuelto. Parece sofocada por el
calor, se abanica rápidamente… está aburrida de disimular sonrisas, y soportar
saludos, olores, gentío y el barullo. Un ministro argentino amigo de Morla, le
confidencia al oído:- “Será conveniente evitarle desagrados, por cuanto la
interesante dama es en extremo sensible”. Y sí que lo supo Morla… la Señora
de Figueroa Alcorta será protagonista de delicadas situaciones en donde el
protocolo se iba por la borda debido a su temperamento explosivo.
Palacio Concha Cazotte |
Esa
misma noche don Enrique Concha y Toro junto a su mujer Teresa Cazotte, ofrece
un baile en honor al Presidente argentino y las delegaciones extranjeras, en su palacio morisco de la Alameda de las
Delicias. Miles de lucecitas se habían dispuesto en la intrincada arquitectura
de la mansión, y en los senderos que ayudaban a conducir los coches entre la
oscuridad para llegar a la escalinata de mármol donde los esperaban los dueños
de casa. Eduardo Balmaceda Valdés
recuerda “las inmensas arañas de Baccarat
despendían mil luces que hacían realzar la abigarrada decoración de las
estancias, y en el gran comedor, relucir la vajilla de plata maciza de las
minas de Caracoles, con sus enormes piezas cinceladas dignas de la mesa de
algún soberano; los rutilantes uniformes de las embajadas animaban la nota
decorativa, y había que ver el lujo y elegancia de nuestras damas que vaciaron
esa noche sus cofres para exponer lo mejor de sus joyeles”.
De
la misma celebración Carlos Morla dejaría escrito en sus memorias: “A media
noche, hora en que llegaron los Excmos. Señores, era aquello una visión
espléndida, maravillosa, de las mil y una noche, que no tenía nada que
envidiarle a los fastuosos saraos de Aladino o de Ali Babá. Y luego la belleza
de las mujeres... empezando por la dueña de casa, armónica y sabiamente
ataviada, como una reina del oriente, en ese recinto bizantino.”
17
de septiembre.
Monumento a Zenteno. Zig Zag 1910. |
Se
pone la primera piedra al Monumento del Ministro Zenteno en Alameda, donde
habla el Ministro de Guerra, Carlos Larraín Claro; y el diputado argentino
Adrián Escobar, un conquistador que sin turbarse por las miradas de las
jovencitas, derrochó simpatía y suspiros entre toda la concurrencia.
Ese
mismo día se inaugura el Palacio de Bellas Artes, cubriéndose de arena todas
las calles aledañas para que los invitados no ensuciaran los marmóreos
pavimentos.
Frente
al edificio se inaugura solemnemente también el hermoso Monumento de la Colonia Francesa, pero el ministro Morla está tan ocupado con
los preparativos para la Ceremonia de la Sesión Solemne en el Congreso a las 16
horas, que no puede asistir a ninguno de los eventos. Le toca acarrear sillas
ante la falta de personal, y caminar entre las calles del Congreso y el Palacio
de La Moneda organizando los últimos imprevistos.
Inauguración del Palacio de Bellas Artes, 1910. |
Inauguración del Monumento de la Colonia Francesa residente, "Estatua a la Gloria" del escultor Guillermo Córdova. 1910. |
Inauguración de la Tienda Gath & Cháves en 1910. |
De
repente lo sorprende una multitud que tiene bloqueada la esquina de calle
Estado y Huérfanos. Desesperado porque el gentío impedirá que las delegaciones
lleguen al Congreso, pregunta a un policía qué pasa, es la “Inauguración de los
almacenes Gath y Cháves”, la primera tienda por departamentos de Chile.
La
ceremonia en el Congreso se inicia con cuatro veces más invitados y pocas
sillas. A codazos y empujones los más osados se sientan, y los más sencillos
prefieren ver la ceremonia de pie. A murmullos todos comentan la belleza de la
señora de Rodriguez Larreta, mientras otra gran matrona argentina duerme con
descaro sentada en su silla.
Un
escándalo de pájaros y gatos acapara las
miradas: la distinguida Primera dama Argentina está sofocada, y ante
los reclamos de su hija le ha dado un pellizco, causando el odio de la joven
que debe disimular su desagrado ante las nerviosas miradas de los concurrentes.
Don
Cornelio Saavedra protagoniza otro escándalo cuando al ver a diputados Chilenos
de pie, grita en plena ceremonia que le quiten los asientos a todos los
Argentinos… ¡Qué impertinencia!... el altercado será calmado por el discurso
del envolvente poeta Rodó, delegado Uruguayo.
El
calor de la sala es insoportable. Una señora argentina asfixiada por el calor,
ha perdido los estribos y grita desesperada a su dama de compañía “Déjeme tranquila, ya no puedo más, estoy
loca!...Jamás he sentido más calor que hoy, más cansancio, mas sofocación y mis
pies nunca me habían dolido tanto…”.
18 de Septiembre.
Se inicia a las 9 de la mañana con la llegada del Ejército patriota desde Maipú, que desfila por calle Bascuñán Guerrero hasta llegar a la Alameda, a la altura de la Estatua del General San Martín. Los presidentes se dirigen luego a poner la primera piedra del Monumento a la Independencia frente al Parque Cousiño, y corriendo llegan a la Plaza de Armas, donde los espera el Te Deum en la Catedral metropolitana.
Monseñor Enrique Sibilia. |
¡Qué
molestos salen todos de ahí!, había tanta gente que los sacerdotes se aseguran
los primeros asientos, pasando por alto que los ministros quedarían de pie - y
lo que es peor -que el mismo presidente electo don Ramón Barros Luco debería
sentarse en una poca protagónica segunda fila, situación que afortunadamente no
incomodó al futuro Presidente de Chile.
Más
alboroto causó el Nuncio papal, Monseñor Sibila al encontrar que el asiento
asignado no se ajustaba a su personalidad eclesiástica, pasando en medio de la
misa a sentarse en el Altar Mayor, junto a los altos sacerdotes chilenos.
Los
tantos quiebres al protocolo y la salida de la Catedral serán recordados por el
mismo Morla, quien escribe: “El Cuerpo Diplomático no logra salir de la
Catedral e, involuntariamente, pienso en la tragedia que sería el Incendio de
la Compañía. Ambos Presidentes esperan
en la calle, en medio del estiércol de los caballos.
He
perdido mi sombrero y-no sé por qué -tengo otro en la mano que no es mío…”
El Presidente de Chle Figueroa Larraín, y el Presidente Argentino Figueroa Alcorta llegando a la Catedral para el Te Deum- Los mismos personajes a su salida de la catedral. |
Don Ramón Barros Luco y ministros saliendo de la Catedral en dirección al Palacio de La Moneda- Ministros y delegados extranjeros a la salida de la Catedral. |
Todos
los invitados son conducidos a un Lunch
en el Comedor del Palacio de La Moneda, pero hay tantos jóvenes que a última
hora se sumaron a las manifestaciones que se hace complicado ubicarlos en la
sala y satisfacer sus inexplicables demandas:- “Solicitan afanosamente
medallitas y placas conmemorativas... (Han de ser de las de oro).
Agotada
mi paciencia, declaro que no las hay.
-En Buenos Aires las había a destajo, me
responden.
-En
Chile se acaban, declaro”.
El
día termina con un restringido Garden Party en el Cerro Santa Lucía
ofrecido por la Municipalidad; y una gran función de Gala en el Teatro, que
repleta sus palcos con uniformados dignatarios y celebradas bellezas, que lucen
en sus escotes joyas deslumbrantes. Más arriba en el popular sector de la galería,
los peculiares “rotitos” chilenos lanzan miradas atrevidas y frases
chispeantes, que hacen ruborizar a todas las elegantes.
19 y 20 de septiembre.
Inauguración del Monumento a Ercilla, 1910. |
A
las 9 de la mañana el Duque de Arcos, representante de España, inaugura el
Monumento a Alonso de Ercilla en las cercanías del Parque Cousiño. Se trasladan
luego las autoridades, algunas damas y la Primera Dama trasandina, al moderno
Hospital del Salvador para hacer entrega oficial de una cuantiosa limosna a la
Madre superiora Sor Leonidas.
El
Almuerzo esta vez se realizará a en el lujoso Palacio Edwards a petición
expresa de su excelencia Figueroa
Alcorta, que ha organizado una suntuosa recepción para el Presidente chileno,
los altos ministros y las más
reconocidas damas de sociedad, como agradecimiento por sus labores.
El
presidente chileno Figueroa Larraín ingresa por la escalinata de mármol hacia el
Hall, donde lo espera el presidente Argentino junto a su mujer, miembros de la alta sociedad chilena y
ministros. Especial atención muestra el presidente Argentino con doña Luisa
Lynch de Vicuña, madre de nuestro cronista, que sirvió junto a su marido muchos
años en Buenos Aires, donde era recordada ampliamente por su belleza y
cordialidad.
Figueroa
Alcorta ofrece su brazo a la noble señora, que ingresa junto a él y se sienta
en la cabecera, presidiendo el lujoso comedor. Una sorpresa se encuentran
las mujeres chilenas bajo las servilletas, tienen como regalo preciosas joyas. ¡Qué
cortesía, y buen gusto!
Distinguidas damas y ministros en la visita al moderno Hospital del Salvador en Providencia, 1910. |
Más
tarde se realiza la revista militar en la elipse del Parque Cousiño, siendo
aclamadas por la multitud algunas ramas del ejército y los pequeños Boys
Scouts.
Una
a una se suceden distintas ceremonias por la ciudad. A las 17 hrs un Matineé está programado en el Club de la
Unión, y en la noche la señora Marcó del Pont de Rodriguez Larreta ha invitado
a todos los concurrentes a un pequeño banquete, organización que de improviso
cae en el cansado Carlos Morla.
Luego
del banquete todos irán nuevamente al Palacio Edwards, donde el Presidente
Argentino ha organizado un baile, para ver desde el balcón los fuegos
artificiales del Cerro Santa Lucía.
Llegada de los Presidentes de Chile y Argentina a la elipse del Parque Cousiño- La Revista Militar. |
El
día 20 de septiembre se inicia con la Ceremonia al Monumento a O’Higgins, cautivante
por su emoción patria. Rápidamente los ministros se dirigen a la Plaza Colón
para inaugurar el artístico monumento que regaló la Colonia Italiana residente.
Al
mediodía se atraviesa nuevamente la ciudad para acudir al Gran Almuerzo
ofrecido a las delegaciones extranjeras en el Club Hípico. Los jardines bien
cuidados y el rápido correr de caballos armonizan la elegancia con que están
dispuestas las mesas, y mientras los concurrentes ríen y disfrutan de deliciosos
platillos, se hace una pausa para
recibir a través del Duque de Arcos, los saludos oficiales de su majestad el
Rey de España Alfonso XIII.
Durante
la tarde las señoras asisten a una pequeña recepción ofrecida en casa de la
Señora Lynch, cuyo cotorreo no permitió descansar al pobre Ministro Morla que
estaba hospedado en casa de su madre.
Un
Gran banquete y Baile se ofrece en el Club Santiago, pero todos los elegantes
tienen en su cara ya un aspecto cansado. Los más jóvenes tienen energías para
incursionar en los nuevos pasos de baile, pero el Presidente argentino está
desparramado en su silla haciendo
ademanes de cortesía nada corteses.
Emiliano Figueroa Larrain junto a su mujer Leonor Sanchez y ministros en el Baile del Club Santiago- Otra imagen con los asistentes al baile. |
La
noche termina con un escándalo: El desorden en la guardarropía hace que los
invitados se agolpen intentando ubicar sus pertenencias. De repente la Primera
Dama Argentina se escabulle entre la multitud y furiosa aleja a la señorita de
servicio, tomando todas las capas de piel y lanzándolas por el aire… ¡Qué mujer!...
al ver el incidente nuestro Ministro Morla acude a ofrecerle ayuda. Ella
responde – “¡No me hable por favor, que lo agradeceré!”.
21 de septiembre.
Los festejos culminan oficialmente para el alivio de muchos.
El
gobierno ofrece un último agasajo en el Palacio de la Moneda, antes que la
comitiva Argentina inicie su desfile hacia la estación de trenes. El señor
Morla recibe un obsequio del mismo Figueroa Alcorta, se trata de una cigarrera
y fosforera de plata.
¡Vivaaaa!
Grita la concurrencia, mientras el ruido de la locomotora estremece la enorme
estación de metal francés. Los presidentes se despiden afectuosamente, sacan la
cabeza por las ventanas los ministros y sus señoras, la chica Figueroa Alcorta
se despide del señor Morla con una rosa y una sonrisa… En fin, vuelven a
Argentina.
Más
tarde se debe acudir a un Concurso
Hípico, la inauguración del Monumento de la Colonia Suiza y una fiesta bomberil
en el palacio del Club Hípico.
En
la noche el representante de Estados Unidos, Mr. White, celebra un banquete en
su casa, al que asiste el Ministro Morla, tan agotado que apenas lo recuerda.
Los
días posteriores a las celebraciones son más calmados. Muchas fiestas,
banquetes y recepciones son ofrecidos por las recepciones extranjeras que
comienzan a dejar Chile a fines de septiembre. El señor Morla puede por fin
poner la cabeza sobre la almohada, y descansar sin pensar en incendios,
delegaciones atrapadas, discusiones y pleitos de temperamentales señoras.
Baile en honor al Embajador de España- Baile de la Colonia Francesa, 1910. |
Baile en la Sociedad Unión Comercial, 1910. |
El
ministro Morla se dirige a la estación de trenes a despedir a un viejo amigo
que había viajado especialmente para las fiestas de 1910, y mientras ve las
manos agitándose por las ventanillas piensa en que el Centenario por fin se ha
ido… “Partir, c’est mourir un peu”,
escribirá en sus memorias más tarde,
pensando quizás en que a medida que el tren abandonó la estación, moría parte
de nuestra historia nacional, desaparecía un suceso que jamás se repetirá.
Desfile en la Alameda a la altura de calle Lord Cochrane, durante los festejos de 1910. |
El primer Centenario de nuestra república en
1910 tuvo más problemas de lo esperado, causó histeria entre sus organizadores
y dolores de cabeza en los concurrentes. Afortunadamente a más de cien años de
distancia, la historia recuerda los festejos del Centenario como los más
extravagantes y fastuosos acontecimientos de toda nuestra historia patria.
Carlos Morla Lynch puede descansar en paz...
Carlos Morla Lynch puede descansar en paz...
Mario Rojas Torrejón
Fernando Imas Brügmann
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5 comentarios:
¿Y si hacen un relato así de extenso y exhaustivo, pero de las celebraciones del verdadero Chile, no del Chile oligarca y aristócrata que era la copia feliz de Francia?
Que entretenida historia.....los felicito chiquillos.....queremos más!!!!
Nunca falta el resentido social....en fin... fantástico articulo, entretenido, bien documentado...un 7.
Cristian.
EXCELENTE ARTÍCULO !
Jajaja EL IMBECIL que hizo el primer comentario (un simple "hijodeopta"), nos habla de un "verdadero Chile".
Seguramente esta rata se refiere a los alcohólicos, marginados (lo que EL quiere hacernos ver como un supuesto "verdadero Chile").
Esta claro que el "verdadero Chile" lo construyó la clase media y la burgesía, a través de la actividad comercial, que -por esos años- operaba mayoritariamente en Valparaíso y Santiago.
El HDP (o resentido social, como lo llaman otros) es de esta masa de "PELOTAS" que hoy escucha a viejos como Gabriel Salazar. Un 'politiquero' añejo que propone que la "clase marginal" se organice al margen del Estado (defendiendo la idea de tomas y campamentos)
IDIOTA QUE TAL VEZ ADMIRA LA INDECENCIA QUE PODEMOS VER AL LLEGAR A LUGARES COMO LIMA (Perú), LA PAZ(Bolvia)o las Favelas de Rio de medellin ...un espectáculo deplorable.
Recién hoy 21 de marzo 2014 a 10 días de cumplir mis 52 años,y gracias a la cesantía luego de una larga enfermedad, me deja el tiempo para buscar un sitio en internet donde pueda conseguir una guía para seguir visitando, aprendiendo, conociendo hermosos lugares, edificios patrimoniales de nuestro Chile. Amo la fotografía, he tomado muchas fotografías de monumentos,edificios y exposiciones. He hecho lo mismo en algunos países que he visitado. Con ustedes encuentro además historias,veo las caras de las personas que han vivido en esos hermosos lugares. Me transporto en el tiempo,sueño........, luego de un golpe el ruido de una grúa, que hace un edificio acá en Ñuñoa me hace volver a la realidad. No se porqué tenemos que pagar este costo con la modernidad, se supone que vamos madurando, creciendo, no veo cuán " civilizados" estamos siendo. Vamos cambiando nuestro entorno, para vivir cada día más apretados, sin libertad, sin aire y unos pegados con otros sin privacidad. Cuánto daría por entrar a esos hermosos lugares.Obviamente a varios he conseguido entrar debido a mi afición, pero como les digo esto me impulsa a seguir recorriendo la historia con mi máquina fotográfica. Los felicito. Por favor no paren de trabajar para nosotros. Me alegra saber que hay muchas personas como yo, que disfrutamos esta parte ROMÁNTICA de nuestra ciudad e historia.No somos pocos los que nos ponemos tristes al ver que pasan los años y no restauran tantos edificios y monumentos y no sólo en Santiago.
Mil gracias. y si un día nos quieren reunir para acompañarlos a entrar a uno de estos lugares ESPECIALES, no se olviden de mi. Gracias. Hermoso trabajo. Myrna
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